Sin preaviso, acompañado del jefe del Estado mayor conjunto, Richard Myers, y desafiando a quienes exigen su dimisión por su responsabilidad política en los casos de torturas a presos iraquís. El secretario de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld, pasó ayer siete horas en Bagdad, donde visitó la prisión de Abú Graib, epicentro de las denuncias de torturas, y minimizó los casos de malos tratos a la labor de "unos pocos que han traicionado nuestros valores". "Como muchos norteamericanos, me quedé aturdido; fue un golpe bajo", sentenció Rumsfeld, acerca de un escándalo que ha puesto la credibilidad de EEUU bajo mínimos.

COMPARACION CON LINCOLN Amigo de las comparaciones, Rumsfeld parafraseó a Abraham Lincoln para intentar elevar la moral de sus soldados. "La democracia es la última y mejor esperanza para la humanidad", dijo, antes de recordar que también el presidente que liberó a EEUU de la esclavitud tuvo que hacer frente a la incomprensión. Anunciando que habrá más "errores", Rumsfeld prometió a los militares en el país árabe que un día mirarán "atrás" y se sentirán "orgullosos de su labor".

Lejos de los gritos y las ovaciones de los soldados estadounidenses, el secretario de Estado se embarcó en un acto menos agradable. Durante media hora visitó las instalaciones de la prisión de Abú Graib en un autobús blindado, donde fue acogido con una mezcla de frialdad y hostilidad por los presos iraquís.

SIN DERECHOS EN GUANTANAMO Rumsfeld reconoció que los reclusos en Irak están protegidos por la Convención de Ginebra, no así los reclusos de Al Qaeda y del régimen talibán, a los que la Administración de EEUU califica de "combatientes".