Tal y como había prometido en octubre en Teherán el presidente ruso, Vladimir Putin, Rusia envió el domingo el primer cargamento de combustible nuclear a la central de Bushehr, a orillas del golfo Pérsico, pese a las protestas de Occidente, que sostiene que la cooperación rusa apoya las ambiciones de Irán de fabricar armas nucleares.

"El 16 de diciembre comenzó el envío de combustible desde Rusia a la planta de energía atómica iraní. Todo el combustible suministrado se encontrará durante su permanencia en el territorio iraní bajo las garantías y el control del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA)", dijo el Ministerio de Exteriores ruso en un comunicado en el que también instó a Irán a que abandone su programa de enriquecimiento de uranio.

A pesar de las garantías rusas de que el combustible nuclear será utilizado con propósitos civiles, un responsable del Gobierno iraní reiteró ayer que su país no detendrá el enriquecimiento de uranio en ningún caso.

Las autoridades iranís confirmaron ayer la recepción de 80 toneladas de combustible nuclear enviado por Rusia. El primer envío será almacenado en Bushehr, al sur de Irán. El resto será entregado en dos meses. Una vez completado el envío, la planta podrá empezar a funcionar a los seis meses.

PROBLEMAS Rusia ha estado retrasando el envío durante meses por problemas de financiación y por las presiones de Occidente, que exige frenar el programa nuclear de Teherán, amenazando con más sanciones. Pero el Kremlin sostiene que no hay pruebas de que Teherán esté intentando hacerse con la bomba atómica, por lo que se resiste a que la comunidad internacional imponga sanciones.

La construcción de la planta de Bushehr también se ha visto ralentizada por desacuerdos entre las autoridades rusas e iranís. Solo tras la visita de Putin quedó claro que ni la financiación ni la presión de Occidente han cambiado los planes del Kremlin de cooperar con Teherán en su programa nuclear.