La hospitalización del presidente francés, Jacques Chirac, a causa de un "pequeño accidente vascular" aparentemente de poca gravedad --el parte médico informó ayer de una "evolución muy favorable"--, está teniendo consecuencias políticas inesperadas. La polémica sobre la transparencia en torno a la salud del mandatario está más viva que nunca, así como las especulaciones sobre el sucesor de Chirac cara a las elecciones presidenciales del 2007. El episodio ha agudizado antes de lo esperado la rivalidad entre el primer ministro, Dominique de Villepin, y el ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, ambos decididos a disputarse el puesto.

Todos los analistas de la prensa francesa dan por hecho que el presidente francés, que cumplirá 73 años en noviembre, no se postulará a un tercer mandato. Según el periódico conservador Le Figaro , esta situación "prefigura el enfrentamiento tan anunciado entre el delfín, Dominique de Villepin, y Nicolas Sarkozy, el rebelde autoproclamado". "La guerra de sucesión ya ha comenzado", titulaba el popular France-Soir .

"¿Cómo va a sostener este país la poca jerarquía que le queda, durante 20 meses, con un presidente cuyo estado de salud, por lo que se sabe, le impondrá una actividad reducida?", preguntaba el diario Libération en su editorial, titulado "Dallas".

TRANSPARENCIA El primer secretario del PS, Fran§ois Hollande, al igual que el exprimer ministro Laurent Fabius, reclamó "transparencia" y descartó la reducción del mandato para Chirac, que fue elegido por cinco años en el 2002. El líder centrista Fran§ois Bayrou, por su parte, lamentó que la salud de los presidentes se considere en Francia un "secreto de Estado".

El ministro de Asuntos Exteriores y médico de profesión, Philippe Douste-Blazy, se mostró ofendido por las críticas: "No se esconde nada, el presidente va muy bien", afirmó. El jefe de la diplomacia francesa reafirmó que se trata de un accidente vascular "muy pequeño".