A diferencia de la prensa europea, pillada a contrapié por la diferencia horaria, los diarios estadounidenses recogen en sus ediciones impresas de hoy la captura de Osama Bin Laden y lo hacen, como es de suponer, con grandes alardes tipográficos. Un terrorista, como decía un rotativo, elevado al altar del peor mal por los estadounidenses, solo comparable a Hitler y Stalin. "Se ha hecho justicia", proclaman la mayoría de titulares. Y la primera y más extendida valoración destaca que se trata de una noticia inmejorable para la seguridad de EEUU. "Con el anuncio de la noche del domingo, el presidente Obama concluyó uno de los periodos más prolongados, tensos y tristes en la historia de EEUU", escribe el editorial de Los Angeles Times. "La muerte de Bin Laden no significa el fin del terrorismo, ni de Al Qaeda, ni supone la conclusión de la guerra mundial que comenzó después del 11-S, porque mucha gente en muchas países aceptan la idea de que EEUU atenta contra los valores del islam", explica el rotativo californiano, que aun así no puede evitar mostrarse ufano con la noticia. No tan ufano, no obstante, como el conservador tabloide New York Post. "Justicia al fin", titula en portada. Y acto seguido dice lo que solo pueden decir los tabloides: "Por fin cazamos al mayor hijo de puta. El presidente Obama dio la noticia que esperábamos desde hace 10 años a un país exultante". De forma más pausada, Nicholas Kristof valora en The New York Times el alto valor que tiene para la imagen de EEUU la captura del líder de Al Qaeda. "La capacidad de Bin Laden de huir y su aparente impunidad alimentaba una imagen en algunos sectores islamistas de que EEUU era como un tigre de papel. Y eso alentó a los extremistas. Bin Laden dijo una vez que la gente apuesta por el caballo fuerte, el caballo que va a ganar. El asesinato pone de relieve que el caballo por el que apostar es EEUU. Por otra parte, el país envía el mensaje de que si te metes con EEUU, habrá consecuencias". David Ignatius en The Washington Post pone el acento en el papel de Pakistán, tan cuestionado. "Una pregunta para un análisis cuidadoso en los próximos días es si algunos miembros de la inteligencia paquistaní sabía que Bin Laden residía oculto, aunque a plena vista, en un complejo cerca de una instalación del Ejército paquistaní. Y será crucial, en términos del futuro, cómo la operación de EEUU sienta en Pakistán y otras naciones musulmanas". Ignatius no puede evitar constatar, no obstante, que "Al Qaeda había perdido su impulso mucho antes de la muerte de su líder. Se granjeó demasiados enemigos por allá donde obtuvo poder". Y ningún diario estadounidense puede resistirse a la tentación de valorar el impulso que la muerte de Bin Laden dará a la presidencia de Barack Obama. Relevante para un mandatario contemplado por bastantes sectores conservadores como débil y poco contundente en la lucha antiterrorista. Esto decía ayer la información principal del New York Times. "Es, sin duda, uno de los momentos más significativos y definitorios de la presidencia de Obama. Le permite cantar la victoria más importante de seguridad nacional en una década --algo que eludió al presidente George Bush durante casi ocho años-- y al instante abrillanta sus credenciales en política exterior en un momento en que había sido cuestionado sobre sus decisiones sobre Oriente Próximo".