"Está todo muy caro, sobre todo cuando se compara con los salarios". Branko Grbic es ingeniero agrónomo, tiene un buen trabajo y, con su sueldo de 600 euros mensuales, podría considerarse un privilegiado. El salario medio en Serbia es de unos 350 euros.

Pero incluso para Grbic la vida se hace cada vez más difícil. La subida de precios que han experimentado muchos productos castiga a la población, aunque se hace difícil prever cuál será mañana su impacto electoral. La inflación excede el 13% y, aunque los salarios quedan muy por debajo, algunos artículos son ya más caros en Serbia que en la mayoría de los países de la UE.

El estadounidense James Lyon, analista del International Crisis Group, acaba de pasar unos días en Viena y asegura que los precios en los supermercados eran entre un 20% y un 25% inferiores a los de Belgrado.

POCA INVERSION La economía ha crecido en los últimos años un 7%. Pero la inestabilidad política frena la inversión extranjera. Por eso el presidente serbio, Boris Tadic, recibió como agua de mayo la firma de un memorando de entendimiento con Fiat para que la automovilística italiana vuelva a la factoría serbia Zastava. Fiat quiere invertir 700 millones de euros.

Tadic suscribió el memorando con Fiat tras la firma del Acuerdo de Estabilización y Asociación con la UE y lo presentó como un triunfo y una prueba de que el futuro de Serbia depende de la vía europeísta que él defiende.

Tanto Tomislav Nikolic, el líder del ultranacionalista Partido Radical Serbio (SRS), favorito en las legislativas de mañana, como el primer ministro en funciones, Vojislav Kostunica, han afirmado que si llegan al poder revocarán el acuerdo con la UE. Los ministros del Partido Democrático de Serbia (DSS) de Kostunica dejaron ayer la reunión del Gobierno cuando el Ejecutivo procedió a ratificar dicho acuerdo. El Gabinete aprobó también el pacto energético con Rusia.