Los sindicatos alemanes arriaron bandera y decidieron aceptar ayer como "necesarias" las drásticas reformas del Estado de bienestar que desea imponer el canciller alemán, Gerhard Schröder, con su plan denominado Agenda 2010. Schröder se reunió ayer en Berlín con el presidente de la Confederación Alemana de Sindicatos (DGB), Michael Sommer. Terminado el encuentro, el canciller compareció ante los periodistas y declaró, en presencia de Sommer, que los sindicatos "ya no niegan la importancia de llevar adelante las transformaciones".

El canciller y el líder sindical definieron su encuentro como "cordial", y subrayaron que habían acordado reforzar el diálogo para superar las divergencias que aún existen sobre la forma de financiar las reformas. Sin embargo, el sindicato metalúrgico IG Metall no acepta los acuerdos. El plan de reformas establece serios recortes a las prestaciones de desempleo.