El Gobierno conservador de Jean-Pierre Raffarin se enfrenta hoy a una verdadera prueba de fuerza con los sindicatos. Las centrales han amenazado con paralizar Francia con una jornada de "acción nacional" preventiva contra el plan de reforma del sistema de jubilaciones, que aún no ha sido aprobado. "La ley no se hace en la calle", advirtió Raffarin.

Determinado a aplicar su programa de "modernización económica y social", el primer ministro francés intentó desdramatizar la acción de los sindicatos, indicando que todavía es posible "negociar" las modalidades de la reforma.

Los servicios públicos serán los principales afectados por esta huelga. Cerca del 80% de los vuelos en los aeropuertos de París serán anulados, y el tráfico ferroviario debería verse muy perturbado. El transporte urbano también quedará afectado. También pararán las escuelas, correos, hospitales, compañías eléctricas y sector metalúrgico.