Del reformista Mohamed Jatami al ultraconservador Mahmud Ahmadinayad. A pesar de que el alcalde de Teherán se convertirá en el primer presidente laico de la República Islámica de Irán, su ideario plantea un futuro de radicalización interno y de posible confrontación con el exterior, en un momento de tensión a causa del programa nuclear del país.

Con el triunfo de Ahmadinayad, que el viernes barrió (61.9% de los votos) al expresidente Akbar Hachemi Rafsandyani (35,6%), los ultraconservadores se adueñan de la última institución fuera de su control en un país que concentra el poder en personas y órganos religiosos no elegidos en las urnas.

"Es el efecto tsunami", manifestaron los seguidores de Ahmadinayad, que ganó contra pronóstico dado que el apoyo a Rafsandyani del resto de presidenciables que no pasaron a la segunda vuelta del viernes daba por hecho el triunfo del expresidente. El mandatario electo no ha invertido apenas dinero en la campaña y es casi un desconocido fuera de la capital, donde habría recibido muchos votos.

LOS DESEOS DE JAMENEI El político integrista cumplió con los deseos oficiosos del guía supremo de la revolución y auténtico máximo dirigente del país, Alí Jamenei, que prefiere a este inexperto, leal y duro al veterano Rafsandyani. El que fue presidente del país entre 1989 y 1997 sufrió su peor derrota tras una campaña con mensaje de apertura hacia EEUU y de apoyo a los cambios en la vida cotidiana durante la presidencia (1997-2005) del reformista Mohamed Jatamí, que pasará el testigo a Ahmadinayad sin haber cumplido las promesas de modernización del país islámico.

Los resultados le sentaron mal. En una carta a los iranís publicada por la agencia estudiantil Isna, el presidente denunció "el dinero del pueblo utilizado para manchar" a su familia y a él mismo y a los que "usaron los medios estatales de forma organizada e ilegal para intervenir en la elección".

"Sólo los ricos han votado por Rafsandyani. La victoria de Ahmadinayad es la victoria del pueblo", declaró ayer a la agencia France Presse Abás, un teheraní de 24 años. Los habitantes de las zonas rurales más pobres y los sectores religiosos urbanos dieron el triunfo a este antiguo miembro de la policía religiosa que defendió un mensaje populista, favorable a los más pobres, al estricto respeto de los valores islámicos y antioccidental.

Precisamente a EEUU estuvieran dedicadas las primeras reacciones. Jamenei subrayó que los iranís "han humillado a EEUU al celebrar con transparencia y democracia" las elecciones. " En la violenta guerra psicológica en curso, (Irán) ha dado jaque mate a todos los enemigos con una amplia participación", dijo el presidente electo, que prometió favorecer a las compañías petroleras nacionales respecto a las extranjeras en la atribución de los contratos e instaurar más "transparencia" en el sector del crudo del segundo país productor de la OPEP.

EL CRUDO Ahmadinayad ya había prometido "acabar" con la dominación que ejerce "una familia", en referencia a la de Rafsandyani, sobre el petróleo. El triunfador prometió instaurar una "sociedad islámica ejemplar, desarrollada y poderosa". Tras conocer los resultados, el futuro presidente iraní aseguró: "Todas las rivalidades tienen que transformarse en amistad, todos pertenecemos a una gran familia que debe trabajar junta para construir un Irán orgulloso".