Siria vuelve a contar como interlocutor en el mapa geopolítico. Tras varios años condenado al aislamiento por EEUU y Occidente, el régimen del presidente Bashar el Asad ha aprovechado la mano tendida por Francia para rehabilitarse internacionalmente. En julio Asad asistió a la cumbre euromediterránea de París y, desde el miércoles, recibe en Damasco al presidente Nicolas Sarkozy, en la primera visita de un líder occidental al país en cinco años.

Sarkozy defendió ayer su política de acercamiento asegurando que Occidente necesita el apoyo sirio para lograr que Irán -- principal aliado de Damasco en la región-- cese su programa nuclear. Añadió que su visita busca impulsar las negociaciones indirectas de paz iniciadas en mayo entre Siria e Israel.

Las condiciones de ambos países son de sobras conocidas. Damasco exige la devolución de la meseta de los altos del Golán, ocupados por Israel desde 1967, mientras el Gobierno de Tel-Aviv desea que Siria se distancie de Irán y deje de apoyar a los radicales de Hamás e Hizbulá.

La estancia del presidente francés coincide con un receso en el diálogo diplomático entre Siria e Israel.