TAtunque a veces Mérida pueda dar una impresión equivocada, no hay duda de que es una gran desconocida que pronto estará codeándose con la élite de los destinos turísticos. Como capital autonómica es centro administrativo de una región con mucho por hacer: ofrece un abanico enorme de posibilidades de crecimiento y tiene potencial humano para conseguirlo. Hace años, cuando regresé del extranjero, tras haber trabajado en multinacionales decidí que quería quedarme en mi tierra y que eso no tendría por qué ser un freno a mi carrera.

En Mérida cada día hablo con gente fascinante y tengo el honor de contar entre mis amigos con personas que harán posible el desarrollo de esta región. Algunos se dejaron tentar por mejores condiciones, aunque sin embargo regresarían a casa si les ofreciéramos proyección profesional. La simiente es inmejorable, la tierra fértil. Aprovechemos nuestra situación estratégica para ser enlace de comunicaciones y mercancías. Pensemos una manera inteligente de conseguir una plataforma que nos una a Europa. Dejemos de lamentarnos por la pérdida del Eje 16 que hubiera supuesto tanto. Esa oportunidad se fue.

Donde sí jugamos con ventaja es en que somos la única comunidad autónoma de España que puede subvencionar a empresas de más de 250 trabajadores para que vengan a quedarse. Una derivada de ser una región que no se ha desarrollado lo suficiente y que sigue siendo objetivo uno. Ahora cuando la oportunidad de negocio está en los países en vías de desarrollo, por qué irnos tan lejos. Invirtamos en lo necesario: comunicaciones, convirtámonos en competitivos para ser capaces de seducir a Ikea u otras grandes. El otro día en la Díter Zafra nos contaban que ellos no tienen crisis porque trabajan para el mercado alemán y siguen creciendo. Cultivemos como aquella película un Campo de sueños. Si construimos las empresas vendrán.