Apesar del parentesco, Adriana Ozores Muñoz (Madrid, 21-5-1959) tiene muy poco que ver con sus tíos Mariano y Antonio, artífices de tantísimas películas basura. Adriana es hija de aquel actorazo fallecido prematuramente que se llamaba José Luis Ozores. Ella tenía 9 años cuando murió él, del que ha tomado quizá de manera subconsciente el relevo como artista. Cada vez está mejor de actriz, según demuestra en la recién estrenada La suerte dormida, la ópera prima de la guionista Angeles González-Sinde.

Haber hecho teatro clásico con el maestro Marsillach le ha proporcionado a Adriana una gran solidez. Nada menos que 10 años estuvo interpretando textos en verso de Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina, etcétera. "El teatro te da disciplina y te enseña a respetar la profesión", dice, refiriéndose, claro está, al teatro noble, no a aquel otro del tipo Sé infiel y no mires con quién, al lado del inefable Pedro Osinaga, al que hubo de soportar en escena recibiendo de él azotes en el culito. Fue Joaquín Oristrell quien, en 1997, la convenció para que hiciera cine de verdad (antes había intervenido en familiares españoladas irrecuperables). Dejó la Compañía Nacional de Teatro Clásico y se puso en serio ante una cámara. Ha sido todo un éxito. En 1999, se llevó el Goya como actriz de reparto por La hora de los valientes. Sumará más.