Escritor

Aprovecho que es viernes santo para reflexionar sobre el CD Badajoz y el Cáceres de la ACB. Lo del Cáceres es más comprensible, teniendo en cuenta que el baloncesto es un deporte donde los árbitros influyen decisivamente. Quizá yo esté en exceso obsesionado con la experiencia del baloncesto de Badajoz, que ayudó a fundir a Manolo Rojas, alcalde a la sazón. Saponi, que es un hombre muy pragmático y no se mete en nada (ideal para una ciudad conservadora) tengo la sensación que su labor es la de dar ánimos. Tiene una larga experiencia del anterior régimen y sólo da ánimos.

El fútbol es distinto. Lo que pasa es que en esta ciudad mía todo lo que no sea poner flores y saltos de caballo y pasos de peatones, no funciona. Celdrán hasta se mofa que la candidatura socialista lleve "muchos inteligentes". A él no le importa nada lo de la inteligencia. Ya lo decía Millán Astray con su ¡muera la inteligencia! delante de doña Carmen Polo y Unamuno en la Universidad de Salamanca. A Badajoz se la trata como tal también, porque la ciudad se trata a sí misma igual.

En estas condiciones de habitabilidad, el Badajoz va a desaparecer a menos que haya un milagro, que todo es posible, teniendo en cuenta que son varios los equipos que mueren lentamente. Hacía muchos años que no vivía de cerca una muerte con estertores, que hasta me siento yo también morir. ¿Cómo se viviría siendo alcalde de una ciudad viendo morir a un club representativo, y cuya desaparición es un golpe para una ciudad que, su gran esperanza, es tener un museo del carnaval...?

Menos mal que de vez en cuando se encienden los focos para poder ver tanta cultura junta, con la exposición de Fernández Molina, o el hallazgo del Teatro Romano de Regina. Creo que Paco Muñoz se ha hecho acreedor al Premio de la Multiplicación de los Panes y los Peces.