C onfinada pero no idiotizada, sé muy bien quién es la hiena que ríe de Madrid al cielo, la gallina que gime por el confinamiento exclusivo de su corral y el grajo que grazna mientras entra y sale de su lujosa guarida infectada mientras encierra a los demás. Con la indignidad añadida de haber prometido lealtad al rey contra el que gañe, mientras el pueblo fiel, doliente y recluido prefiere cada tarde el aplauso solidario a sus héroes cotidianos. Tal concepto de lealtad, júzguelo usted, sabio y confinado lector.

Porque el gobierno del que forma parte el vicepresidente social o lo que sea él en su afán de figurar, mandar y expropiar gracias al apoyo de gallinas y hienas, debería habernos cuidado con el mismo rigor con el que ahora y por nuestro bien nos ha enjaulado casi ni cuarenta y ocho horas después de obligarnos a acudir a nuestros trabajos sin protección. Y no es que me parezca mal el aislamiento, ni muchísimo menos, que me parece muy bien. Y no se me ocurrirá saltármelo, porque sé que es lo correcto y no creo en las excepciones. Al contrario de quien debería dar ejemplo y en cambio busca en su cargo su privilegio y en lugar de repartir esperanza, reparte odio, revancha, propaganda y afán de protagonismo y poder.

Nos engañaron en todo más por ignorancia, imprevisión, imprudencia, cálculo político y falta de sentido de estado que por majadería, que entre todos ellos alguno listo habrá. Nos empujaron a las calles a manifestarnos por causa noble o sectaria, porque en ello nos iba la vida, nos dieron instrucciones confusas pues la única clara fue la del lavado de manos, y mientras ya la gente se iba mosqueando desde los hospitales chinos de celérica construccióna la escandalosa falta de control de los aeropuertos, seguían pronosticando pocos casos, poca repercusión económica, una gripe más molesta, alguna muerte infortunada.

Les creímos y hoy España es un país donde el miedo y la ruina recorre las calles vacías, mientras el vicepresidente de un gobierno desbordado echa la culpa al rey, al partido popularo a Amancio Ortega no sé si por este orden.

*Profesora