Quienes desde posiciones pretendidamente de izquierdas se agarran a la legalidad de la Resolución 1.973 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas están acreditando, seguramente sin pretenderlo, su condición de mercenarios del capitalismo financiero.

Quienes nos manifestábamos en contra de la primera invasión de Irak y la de Afganistán, en realidad los cuatro gatos sobre el reluciente tejado de la democracia juancarlista, no debiera extrañarnos de cómo hemos pasado del clamoroso No a la Guerra a la práctica unanimidad obtenida por Zapatero en el Congreso de los Diputados.

Las intervenciones de los señores diputados y las opiniones machaconamente repetidas por la nómina de tertulianos que en otro tiempo formaron parte de la avanzadilla del No a la Guerra insisten en las diferencias entre Irak y Libia: que si ahora contamos con el respaldo de Naciones Unidas, que si aquella intervención se fraguó sobre las mentiras de las armas de destrucción masiva y que ahora se trata de salvar al pueblo libio de los ataques de su propio líder.

La verdad es que hasta ahora no han sido capaces de demostrar los bombardeos aéreos de las tropas leales a Gadafi sobre la población civil, y quienes sacan pecho diciendo que los bombardeos son la opción menos mala e instan a quienes nos oponemos a que demos una alternativa son los mismos que se reían de la propuesta de mediación de Venezuela y del alto el fuego proclamado por las autoridades libias con la invitación expresa a observadores extranjeros para poder verificarlo.

XY NO ES QUE YOx no crea capaz al coronel de machacar a sus oponentes, al fin y a la postre por qué un beduino del desierto va a ser más humanitario que el Nobel de la Paz Obama , que no ha dudado en ordenar a sus tropas lanzar misiles sobre poblaciones libias, o que Sarkozy , presidente de la France, partera del Nuevo Régimen, por no hablar del pacifista Zapatero que están alfombrando de bombas humanitarias las calles de Trípoli.

En definitiva se puede combatir al fuego con el fuego pero evitar una matanza con otra matanza es sencillamente imposible, tendríamos dos matanzas, y eso lo saben muy bien los palmeros de la intervención. Los intereses geoestratégicos y económicos tienen mucho que ver con la decisión y no creo preciso extenderme en este punto. Lo que ocurre es que al acusador le corresponde la carga de la prueba sobre todo si además de acusador es a la vez los juez que condena a muerte y los ejecutor de la condena.

Quienes desde posiciones pretendidamente de izquierdas se agarran a la legalidad de la Resolución 1.973 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas están acreditando, seguramente sin pretenderlo, su condición de mercenarios del capitalismo financiero. Efectivamente la crisis financiera que todavía vivimos en los países desarrollados y la escandalosa pobreza en la que están sumidos los habitantes del tercer mundo unido a las recetas que la Comunidad Europea y el Fondo Monetario Internacional está imponiendo a países como España, llevadas a efecto por el gobierno del PSOE con la colaboración de lo que podríamos llamar su entorno principalmente sindicatos mayoritarios y medios de comunicación afines, certifican precisamente eso, que se han convertido en lacayos imprescindibles para que las pretensiones del capitalismo financiero triunfen.

Pretenden mostrar la superioridad moral a la derecha, pero en España el PSOE y el PP, al igual que sus homólogos en otros países, son dos ruedas del mismo carro. El PSOE y sus dirigentes necesitan del PP e incluso de la extrema derecha, porque ello les permite dar lecciones de superioridad moral y hacer de paso alguna concesión a sus bases, pero en realidad utilizan la ética de la izquierda, conseguida a base de ingentes sacrificios de la clase obrera a lo largo de siglos, poniéndola al servicio del orden internacional regido por las finanzas y la especulación y yo añadiría también y de la imbecilidad, porque hacer inviable a corto plazo el sistema económico que impusieron primero a sangre y fuego, después con el Estado del Bienestar en los países del primer mundo y, una vez desaparecida la URSS, eliminando una tras otras las conquistas sociales, esquilmando el futuro de generaciones venideras como si ellos dispusieran de la vida eterna en este planeta es, sencillamente, de imbéciles, y quienes con la etiqueta de izquierdas utilizan el poder político --ha quedado claro que el poder real no lo tienen-- para los propósitos del capitalismo financiero son no solo mercenarios sino también son lacayos sin cerebro dignos del mayor de los desprecios.

Entienden ahora lo de la izquierda mercenaria. Si ahora les chirría lo de crímenes humanitarios, paciencia, pronto lo aceptarán como ahora aceptan sin más lo de "catástrofe humanitaria". El lenguaje no es perverso pero algunos se empeñan en que lo sea.

*Concejal Portavoz del Grupo

Municipal de Izquierda Unidaen el Ayuntamiento de Cáceres.