Aunque la guerra civil española, desde hace tiempo, es fuente de incontables novelas históricas, siempre he preferido, a la invención a base de documentación e ideología contemporánea, los libros de la época, que reflejan cómo se vivió realmente, en uno y otro bando. Para rescatarlos del olvido se creó la colección «Literatura y guerra civil», dirigida por el profesor Emilio Peral (madrileño, pero de orígenes extremeños, de Garciaz) de la editorial Escolar y Mayo, donde acaban de publicarse Las crónicas de Oselito en Frente Sur, Frente Extremeño y Frente Rojo, en edición de Rafael Alarcón Sierra, profesor en la Universidad de Jaén, que dentro de unos días coordina un congreso sobre esa ciudad como «capital andaluza de la República».

Oselito fue el protagonista de las historias gráficas de Andrés Martínez de León (1895-1978). Nacido en una familia humilde de Coria del Río y asentado luego en Sevilla, Martínez de León fue un pionero de la novela gráfica en España, iniciándose con su Álbum de historietas sevillanas (1926), obra inscrita en ese género del sevillanismo (un primo mío, Julio Muñoz Gijón, se especializó en el mismo) que le dio a conocer, aunque su celebridad la alcanzará a raíz de crear a Oselito, «alter ego caricaturesco, satírico y humorístico» del autor, según el profesor Alarcón, cuyo completo estudio introductorio recorre la trayectoria del autor.

Oselito, como buen sevillano, es aficionado a los toros y al Betis (uno de sus momentos más felices fue en 1935, cuando su equipo ganó la liga; hoy estaría bastante triste). También en 1935, al igual que Tintín, irá al país de los soviets y su Oselito en Rusia será un gran éxito de ventas.

Aunque obsesionado de la elegancia, siempre estará con «los de abajo» y cuando estalle la guerra civil no dudará ni un momento en apoyar a la República. Martínez de León colaborará en el esfuerzo propagandístico, tanto mediante carteles de guerra como con las historietas de Oselito, primero para Frente Sur, en Jaén, y luego en Castuera, capital de la Extremadura republicana, donde coincidió con los poetas Miguel Hernández y José Herrera Petere, colaborando como ellos en Frente Extremeño, ese mítico periódico del cual la Diputación de Badajoz realizó una magnífica edición facsimilar en 2010, con prólogo de José Hinojosa Durán y Eutimio Martín.

Las historietas de Oselito no destilan odio ni ese «cainismo» del que habla la derecha, sino que se ríen de los aspectos ridículos del enemigo fascista y se burlan de los señoritos, como hoy se reiría de los trillizos de la derecha, o de ese nuevo gobierno andaluz cuya primera medida fue regalar 300 millones de euros en rebajas fiscales al 1% de millonarios; luego dirán que las arcas estaban vacías por el despilfarro de los de antes. En Oselito extranjero en su tierra (1938) el protagonista vuelve de incógnito a su Sevilla. Como no le gusta un pelo lo que ve, se vuelve al Madrid republicano.

Andrés Martínez de León no consiguió exiliarse a tiempo. Los franquistas tenían poco sentido del humor, y sus historietas «de gran efecto entre la chusma marxista» según el juez, le valieron veinte años de prisión, de los que al final cumplió ocho. En la cárcel hizo retratos de compañeros que serían fusilados. Después de la guerra se dedicó a la inofensiva crónica deportiva y en 1958 publicó una Historia del Real Betis Balompié.