Brack Obama y el nuevo presidente iraní, Hassan Rohani , no se dieron anteanoche un apretón de manos. En Naciones Unidas cada uno manifestó su deseo de solucionar el contencioso sobre el desarrollo nuclear de Teherán y hoy se reunirán los jefes de la diplomacia de ambos países. Algo se está moviendo y en la buena dirección en las relaciones entre EEUU e Irán, unas relaciones rotas y envenenadas desde hace más de tres décadas. Después de un presidente iraní que negaba el Holocausto y el derecho de Israel a existir, Rohani aparece como una figura mucho más moderada, dispuesta a cambiar el signo de la política exterior de su país. Ahora el presidente de EEUU deberá constatar que las declaraciones contra el arma nuclear hechas por Rohani, así como la fatua emitida por la máxima autoridad religiosa condenándola, responden a hechos y no a palabras. No va a ser fácil, como tampoco lo será superar la presión de los países de la zona, con Israel en primer lugar, que no aceptarán la más mínima apertura de Teherán.