Se acaba el año 2019 y echando la vista atrás compruebo que ha sido un año para olvidar; año en el que políticamente nada hemos ganado y nada hemos resuelto; año perezoso y caprichoso, lleno de repeticiones electorales, de pactos secretos, de abrazos y de postureos.

Escribo esto el día de Navidad después de haber leído que la ministra Ribera felicita el solsticio de invierno; debe pensar que es más ecológico celebrar que el sol alcanza su menor altura en el cielo que el nacimiento de Jesús, que son mucho más «modernas» y además queda más científico, las celebraciones de las culturas ancestrales que cualquier festividad cristiana.

Vivimos tiempos engañosos en los que se empeñan en que las cosas no sean como son, pretendiendo en una corriente que llaman progresista, convencernos de que ninguna tradición es importante, que todo lo que deriva de nuestra historia no es otra cosa sino opresión y que España no es más que una sociedad decadente que necesita un cambio integral que, por supuesto, solo puede venir de la mano de los que se consideran a sí mismos «los avanzados».

Es avanzado decir que en España hay varias nacionalidades y por eso, para el progresismo la unidad de España no es ninguna línea roja que no se pueda cruzar; es avanzado pensar que lo republicano es más «in» que la monarquía parlamentaria y por eso Sánchez puede sustituir al Jefe del Estado sin ningún complejo; es avanzado pactar con independentistas porque realmente para el progresismo solo se trata de un conflicto político que ha tenido un equivocado tratamiento judicial; es avanzado pensar que la Constitución puede moldearse al gusto de un candidato a presidente del Gobierno, porque todo vale para servir a sus propios intereses. Y si no crees en todo esto, para «los avanzados» no eres demócrata.

¡Qué importante es, en estos momentos de impostura, llamar a las cosas por su nombre! España es una Nación que mediante la Constitución pretende, cómo dice su preámbulo, garantizar la convivencia democrática y «consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular». La unidad debe ser nuestra fortaleza; no hay nada más sólido que esto.

Nuestra historia es lo que somos y sin ella seríamos otros, por ello el Rey nos pide que confiemos en España y nos mantengamos unidos en los valores democráticos que compartimos porque «tenemos un gran potencial como país. Pensemos en grande. Avancemos con ambición. Todos juntos. Sabemos hacerlo». Y... ¡Feliz Navidad!

*Ingeniera agrícola y diputada del PP.