Les escribo en relación a la carta publicada en este periódico el 4 de junio, de Emma Santacana, cuya situación e indignación son iguales a la mía!

Leo la historia de Emma Santacana y entiendo su indignación. La entiendo porque la comparto. Yo también recibí una beca de investigación, allá en 2003, del entonces Ministerio de Ciencia y Tecnología. No llegaba a los mil eurillos pero gracias a ella me independicé de mi familia. A los dos meses la dejé por otra beca del Ministerio de Educación, no por el dinero, que eran cuarenta euros más al mes, sino por las condiciones ventajosas para realizar estancias en el extranjero. Y digo que cambié de beca porque sólo fue eso, un cambio administrativo: mi trabajo siguió siendo el mismo, en el mismo proyecto, con el mismo grupo de investigación y hasta usando el mismo ordenador.

Para mí era todo igual... Pero para Hacienda, no. En 2004 me dieron un buen susto: no sólo estaba obligado a presentar la declaración sino que además me salía a pagar el equivalente a un mes de sueldo... Como los becarios no recibimos pagas extras, imagínense, aquello fue para mí una pequeña catástrofe doméstica. Y se dio la circunstancia de que en abril de 2004 ambos ministerios se fusionaron en el reestrenado Ministerio de Educación y Ciencia. Mis dos pagadores ya no existían y se habían transformado en uno solo. Pero eso, claro está, a Hacienda le dio también igual.

Pedro Escobar García

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