El ser humano no solo tropieza dos veces con la misma piedra, sino que es tan tonto que, si puede, al tropezar intentará abrirse la cabeza sobre el canto de la piedra. Sí, somos tontos y, lo que es peor, dejamos que nos tomen por tontos. Esto se puede comprobar en el maravilloso mundo de las hipotecas y de nuestros amigos los bancos, esos que parecen que nos hacen un favor al conceder un préstamo. Yo, como muchos otros, he sido afortunado al conseguir mi primera hipoteca en estos tiempos; soy un joven ilusionado con mi primera vivienda, e ilusionado con la bajada del tipo de interés; cadames baja y baja, y eso me permite hacer cuentas en torno a cuotasmagníficas. Pero, aparte de esa ilusión, he descubierto un nuevo concepto que ni me lo han explicado, ni sabía qué era, ni tenía idea de que se debía tener en cuenta a la hora de firmar. Hablo del suelo hipotecario. La culpa es mía por no haber leído las 50 hojas del contrato bajo la presión de la mirada del gestor, el director, el notario, y mamá y papá, los avalistas. Resulta que tengo un suelo, un mínimo que pagar. ¡Y yo que pensaba que una hipoteca con interés variable era un chollo! Un 2,5%más el diferencial de 0,8me da un suelo del 3,3%, lo que significa que pagaré 730 euros cada mes durante 40 años de hipoteca, mientras que, según el euríbor actual de 1,7%, resulta que ahorraría mensualmente 150 euros; es decir, 150 euros que se queda mi banco. No quiero saber lo que ganan cada año gracias a nuestra ingenuidad. Debería recoger los sesos desparramados junto a la piedra y presentar mi queja sobre la mesa del director del banco.

Antonio Monillo Martínez **

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