Siguiendo con lo que se está convirtiendo en una tradición de eventos culturales previos a la Semana Santa, Benquerencia celebra hoy una jornada literaria, este año dedicada a Max Aub (París, 1903 - México, 1972), con la representación, a las siete de la tarde, de la obra De un tiempo a esta parte, escrita en 1939 y considerada uno de los mejores monólogos dramáticos del siglo XX, a cargo de la actriz Esther Lázaro, que ha llevado esta obra por todo el mundo, desde México a Berlín. Aub, español por elección (uno es de donde cursa el bachillerato, decía, y él había emigrado como adolescente a España con sus padres), fue un escritor cuya vida quedó marcada por la guerra civil.

En el exilio llevó a cabo una obra prolífica (Max Aún lo llamaba algún bromista) que desde todos los géneros pulsaba la historia de su tiempo, pero que recibió menos eco del que merecía. Frente a otros intelectuales españoles mucho más escuchados, como Ortega y Gasset, que estuvo en la Alemania nazi y no se enteró de nada, o Unamuno, que apoyó la sublevación fascista para enseguida arrepentirse, Aub se equivocó muy pocas veces, y su diagnóstico casi siempre fue lúcido, ya fuera al denunciar el «falso dilema» de tener que elegir entre EEUU y la URSS, o sus impresiones al visitar Cuba o Israel.

En el monólogo puesto en escena por Esther Lázaro (que es, además, estudiosa de Aub, y realizó la edición de esta obra), asistimos a la tragedia de Emma, una judía austriaca en la Viena recién anexionada por los nazis y que habla dirigiéndose a su marido muerto (la idea de Miguel Delibes en Cinco horas con Mario la había puesto en práctica Aub muchos años antes; casi en todo los exiliados fueron por delante, aunque en España no se enteraran, y sigan sin enterarse). Aub, por sus circunstancias, siempre tuvo una visión transnacional, y lo que lo convertía en el bicho raro de un exilio donde muchos se miraban el ombligo, nos lo hace hoy más actual. El escritor español nacido en Francia y de orígenes judeoalemanes (hay un pueblo llamado Aub en Baviera) sabía que la suerte de la República española se había jugado, más que en la Batalla del Ebro, en la diplomacia claudicante de las democracias, que permitió a Hitler anexionarse primero Austria y luego Checoslovaquia. Hoy, la extrema derecha que hace dos décadas solo gobernaba en Austria, amenaza por doquier.

Después de la obra habrá un breve coloquio sobre la literatura del exilio, donde Esther Lázaro departirá con otros expertos en la misma, y la jornada terminará a las 22 horas con la degustación de productos de la tierra ofrecidos por el Ayuntamiento de Benquerencia. Hay que reconocer el mérito de su alcalde Alberto Buj Artola (vasco extremeñizado casado con benquerenciana) por querer hacer de uno de los municipios más pequeños y menos poblados de Extremadura (en los años 50, Benquerencia tenía siete veces más población que ahora) un lugar digno de visitar y pasar allí unos días. Dentro de unos días, el Viernes Santo, tendrá lugar la Procesión del Sepulcro, en un ambiente de recogimiento rural (uno piensa en Bernanos, o de nuevo Unamuno), y los mismos lugareños que asistían a la obra del escritor republicano portarán el paso. En lugares así uno piensa que no es cierto el tópico de las dos Españas: nuestro país es solo uno, complejo y contradictorio, reacio a resumirse en banderas o pancartas.

*Escritor.