TPtor encima de las palabras, las de Rajoy y las de Fernández de la Vega también vuelve a ser desalentador el nuevo encuentro del presidente del Gobierno con el líder de la oposición. Ninguna esperanza, por ahora, respecto a un frente común contra ETA. Aparte de contarle que piensa comparecer la semana que viene en el Congreso, y que el ministro Rubalcaba hablará hoy con los portavoces parlamentarios, nada realmente novedoso le dijo Zapatero a Rajoy en su encuentro de ayer.

La conversación giró básicamente sobre la posibilidad de reactivar el Pacto Antiterrorista. O sea, sobre esa petición concreta e imperiosa de Rajoy, como clave de la unidad contra ETA, y la consabida negativa de Zapatero a sacar del trastero un instrumento inservible, a su juicio. "Fue algo pensado para el año 2000. Estamos en el 2006 y han pasado muchas cosas", explicó la vicepresidenta.

Se puede aceptar la argumentación de Moncloa sobre los estragos causados por el paso del tiempo en el llamado Pacto Antiterrorista. Empezando por su carácter bilateral, pero no hay razón que impida reasumir su espíritu y sus contenidos básicos, con vocación de implicar al resto de los partidos.

Importa el contenido y no el envase de la política antiterrorista que, en clave de unidad democrática frente a ETA, trató de explicar ayer el presidente al líder del PP. Si la presunta nueva política, tras el escarmiento del 30-D, pasa por la forja de un frente común no para dialogar sino para acabar con ETA, ningún inconveniente debería tener el PP para apoyar tan saludable objetivo. Pero tampoco es desechable la duda de si Moncloa usará las trampas semánticas de un discurso sin certezas --como diría Rajoy--, para encubrir su intención de volver a las andadas a medio plazo.

Véase lo que está ocurriendo en Bilbao con la convocatoria de Ibarretxe a la manifestación del sábado. Si los socialistas desfilan tras una gran pancarta por la paz y el diálogo , la política de firmeza y el carpetazo a los tratos con la banda terrorista ya empiezan con déficit de credibilidad. Pero si se confirma que el punto final y la firmeza van en serio, la incorporación del PP se daría por descontada. Y si no, peor para el PP.

*Periodista