"Dios no existe y si existe no es bueno", exclamación desesperada de una madre con su hijito en brazos acampada en un barrizal, agotada por una marcha de días, semanas...,sin alimentos ni agua, al no creer que la gente que Dios ahogó con el diluvio fuera tan bestialmente cruel, como los que los han llevado a este martirio sin que les pase nada. Cuesta comprender la tolerancia a estos irracionales con apariencia humana, que organizan viajes con armatostes flotantes a cientos de miles de personas que quieren rehacer su vida en Europa, sabiendo que muchos no llegarán a su meta.

Los gobiernos de toda Europa esperan solucionar este viejo problema que todos conocían, pero hasta que no ha llegado a sus fronteras no habían querido enterarse, mandan emisarios que no han tenido que hacer oposiciones ni exámenes para un cargo de tanta responsabilidad, en este caso poner fin a un conflicto de una gravedad extrema, como es la vida o quizás la muerte de muchas familias enteras, que sus mismas naciones han abonado vendiendo armas a todos los que podían pagarlas, sin importarles su destino. Posiblemente el abono a la semilla de esta macabra tragedia.