Escritor

El presidente de la República de Portugal, Jorge Sampaio, ha tenido que hacer una declaración institucional el día 22 de octubre, ante el conjunto de despropósitos que envuelven al país siamés al nuestro, que me ha cautivado, por la serenidad que las palabras del presidente de la República transmiten y porque, al fin y al cabo, una república tan vieja como la portuguesa algo ha retenido de lo que es la esencia republicana, que indiscutiblemente da un poso de solidez muy grande. Si encima se tiene la suerte de haber elegido una persona tan cauta como Sampaio, entonces la esencia de la democracia cala en la sociedad serenándola y mostrándole cuál es la verdadera "hoja de ruta", pero no la de Bush y Sharon.

Portugal está envuelta en un proceso (en varios, pero éste es el que forma más ruido) de pedofilia, que debido a la lentitud de la justicia en Portugal (todavía más lenta que aquí) ha formado como un pantano donde se están precipitando todas las especies de la peor catadura anfibiológica, a la par de súcubos infernales, o parecido a los de los infiernos de mi infancia en el colegio. Ha sido tal la convulsión, que ha llegado un momento que hablar con alguien en Portugal ya suponía que uno de los dos o los dos eran pedófilos.

Con delaciones y escuchas telefónicas, se supone del aparato del Estado, dirigidas hacia el partido socialista, que como viene siendo norma siempre es el que sale peor parado, a la par de personajes de televisión imputados en la pedofilia. Un ministro de Defensa procesado. Dos ministros, el de Exteriores y el de Educación que dimiten (es la diferencia con nuestro país) por causas menudas. En fin, una novela. Bueno, en estas circunstancias, el presidente de la República le ha hablado a la nación, haciendo hincapié que la sociedad tiene donde interesarse, tratando de mejorar los servicios y la infraestructura del Estado y no caer como están cayendo en la "novela judiciaria". Pero es que en Portugal el presidente es una autoridad reconocida por su Constitución. En España el jefe del Estado es una figura decorativa, al que nadie hace el menor caso, salvo los recibimientos, que son una herencia de Franco.

¿Pero quién es la autoridad en España? Aznar, Rajoy, la Palacio, Antonio Gala...? ¿Quién?