TItmagino que, además del objetivo obvio de recaudar dinero, el sorteo de lotería que prepara el Gobierno catalán para fin de año tendrá como finalidad colateral establecer una meta en el calendario que nos ayude a vertebrarnos más como sociedad. Un sorteo de lotería con premios importantes, en el que la gente participa masivamente, para qué nos vamos a engañar, une mucho. Pero en un contexto como el actual, de infinita competencia local y global en el campo del juego y las apuestas, en el que los actores tradicionales (Lotería Nacional, ONCE...) ya están sufriendo, y mucho, las consecuencias del crecimiento explosivo de los juegos y apuestas on line, no deja de sorprender, por arriesgada, esta iniciativa (¿o hay que decir apuesta?) de la Generalitat. Hay quien dice que la explicación, al menos en parte, es el irresistible encanto que parecen tener los juegos de azar para un sector mayoritario del Ejecutivo catalán, tal como se ha podido ver con los asuntos de Eurovegas y Barcelona World.

Ahora bien, también es evidente que ahora mismo nos falta dinero para financiar el país y que nos faltan también algunos elementos importantes del imaginario colectivo que sí están presentes en los países de nuestro entorno. Por ejemplo, un lugar donde celebrar la llegada del año nuevo: nuestra plaza del Sol, Piazza del Popolo o Trafalgar Square. Ya hace muchos años que TV-3 intenta acreditar un lugar adecuado, y la verdad es que no acaba de lograrlo. Puestos a unir esfuerzos: ¿y si del sorteo se hiciera un programa de fin de año? Sumando recursos, ¡tal vez incluso se conseguiría volver a hacer programas de fin de año dignos de la ocasión! Lo más preocupante del propósito de la Generalitat, sin embargo, tiene que ver precisamente con TV-3: el sorteo de lotería anunciado competirá directamente con 'La Marató' por los recursos de los catalanes, por ahora más bien escasos.

Sea como fuere, lo cierto es que en una sociedad como la nuestra, en la que la insistencia en el interés particular (¡tú mira por ti!) acaba desdibujando hasta extremos insospechados el concepto de bien común, la lotería permite una especie de síntesis: el Gobierno recauda el dinero necesario para llevar a cabo sus funciones (velar por el bien común) pero algunos de nosotros, los contribuyentes, podemos llevarnos (¿quién sabe?) un buen pellizco. ¿Por qué no hacen la declaración de la renta con premios, también? Sería todo mucho más simpático.