El próximo 28 de diciembre habría cumplido 28 años de vida, pero el covid se lo ha impedido. La Sala Impacto de Plasencia, un mítico de la noche placentina donde se han divertido generaciones de jóvenes, ha cerrado sus puertas, acabando así con la ilusión con la que la abrió Ismael Jarque cuando tenía 18 años.

«Yo vengo de una familia de hosteleros que han estado en hostelería toda la vida y, aunque nadie sabe el futuro, pensaba que también me iba a pasar a mí», cuenta Jarque, gerente del Impacto junto a su mujer, Cristina García.

Recuerda que los comienzos fueron buenos y hace ya más de veinte años decidió lanzar una oferta que había mantenido hasta hoy, la de los conciertos semanales, habitualmente los jueves, que a veces se ampliaban también a los sábados.

Por el escenario del Impacto han pasado Izal, Sugarless «cuando Huecco era el cantante», músicos de Alejandro Sanz, Loquillo o Leño y bandas internacionales. Ismael explica que «la noche lleva años decayendo, pero se iba sobrellevando» y subraya que nunca había vivido una época como la actual.

Porque, como todas las actividades no esenciales, tuvieron que cerrar el local en marzo. En junio volvieron a abrir, hasta que a mediados de agosto, llegó una nueva normativa que impedía a los locales abrir más allá de la una de la madrugada, lo que les obligó a echar el cierre de nuevo.

Eso que en ese tiempo destaca que la actividad «estuvo bien, con todas las medidas de seguridad de aforo, distancias, mascarillas, pero trabajamos bien».

Cerrado ha estado hasta que el pasado día 29, Ismael anunciaba en sus redes sociales el cierre definitivo de la Sala Impacto. No lo han hecho por los gastos, que también, sino «por la incertidumbre del futuro que nos espera, no vemos cuándo se habrá acabado el bicho» y así ya les resultaba imposible seguir.

Porque al alquiler del local, de unos 200 metros cuadrados, se sumaban los costes de agua, luz, cuota de autónomos, seguridad social de un empleado, impuestos, gestoría...

Después de tantos años y mensajes de apoyo recibidos por las redes sociales, la sensación es de «tristeza, no es comparable, pero nos sentimos como si hubiéramos perdido un hijo. Los mensajes te llegan al alma». Ahora, toca vaciar el local mientras espera que esto sea solo un ciclo que ha llegado, pero pasará.