Paco y María Jesús, los dueños de la tienda Sediaco, aún tienen el susto en el cuerpo. También Antonio, uno de los hijos de la familia que vive en el primer piso afectado por el fuego. Todos coinciden en que las consecuencias de la quema de los cinco contenedores que había junto a su edificio podrían haber sido trágicas. "Podría haber sido una masacre", decía ayer María Jesús.

Porque no dudan de que, de haber entrado las llamas en la tienda "habría explotado. Si hubiera sido una noche de viento, habría pasado algo mucho peor". Antonio también se pregunta qué habría pasado de suceder en verano, cuando todos duermen con las ventanas abiertas: "Si ahora hemos notado el olor a humo, en verano el fuego habría entrado en casa".

Fue la suerte la que evitó un mal mayor. Por estas razones y porque precisamente fue Paco, que vive frente a su tienda, el que vio arder los contenedores y llamó a los bomberos. "Serían sobre las seis y media. Nosotros siempre dormimos con la persiana algo levantada y vi el resplandor y, en cuanto me asomé, las llamas".

Antonio y su familia dormían hasta que "notamos que olía mucho a humo y al subir las persianas vimos a los bomberos, a la policía, a tráfico. Ya no pudimos dormir más", contaba ayer.