La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó hoy en Bali de los efectos del cambio climático sobre la salud humana, y cifró en 150.000 el número de muertos como consecuencia de los efectos del calentamiento global desde mediados de los años setenta y el año 2000. La OMS presentó hoy en Bali, en un acto paralelo a la Conferencia de Cambio Climático de la ONU, un estudio sobre salud y cambio climático.

La directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial, la española María Neira, expuso un "decálogo" de razones que relacionan los efectos del cambio climático y la salud. Aseguró que la salud humana es uno de los "sectores" para afectados por este fenómeno global, y los impactos de esa vulnerabilidad ya se están percibiendo en la actualidad.

Citó en ese sentido las muertes atribuidas a las olas de calor en Europa, o la anticipación de las estaciones de polinización en el hemisferio norte y en latitudes medias. María Neira observó además que muchas enfermedades son especialmente sensibles a las condiciones climáticas y explicó que la malaria, las diarreas o la malnutrición causan más de tres millones de muertos cada año. Advirtió también de que los efectos no son equitativos, y que los riesgos sobre la salud afectan sobre todo a los países más pobres, y de que los riesgos tendrán a crecer a medida que aumenten la temperatura.

Según la directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS, la mayoría de los impactos del cambio climático sobre la salud humana pueden ser controlados a través de actuaciones dirigidas sobre todo a reducir las emisiones en sectores como el transporte o la gestión del agua.

El informe presentado en Bali enumera los riesgos principales en cada región, y cita que en África aumentará la malnutrición como consecuencia de la disminución de las cosechas; en Asia aumentará la mortalidad asociada a algunas enfermedades debido a los cambios en los ciclos del agua.

En Europa los riesgos aumentarán debido a las olas de calor y a los incendios forestales; en América Latina aumentará el hambre debido a la disminución de las producciones; y en norteamérica aumentará también la frecuencia, la intensidad y la duración de las olas de calor.