Hace tan solo unos días se fue de entre nosotros una mujer sencilla, pero de gran corazón y grandes valores. Para nosotros nuestra madre, para otros la señora Flora. Se la llevó, la mal llamada enfermedad del siglo. Nos gusta recordarla como más feliz era, rodeada de los suyos. Nos juntábamos todos los sábados. Sentados en el patio pasaba la gente que la conocía, que no era poca, y le decía; ¡Buenas tardes, señora Flora!, ¿cómo está? Y ella, chocholeta y orgullosa, respondía; ¡muy bien!, ¡aquí, con mis hijitos! En ese momento crecía dos palmos. Como más feliz era, cuando todos estábamos juntos. Seguiremos reuniéndonos los sábados. Ella ya no estará. Pero no perderemos esa costumbre que nos inculcó. Todos sus hijitos juntos. Es la mejor herencia que nos ha podido dejar. ¡Gracias, mamá!

Aprovechamos para dar las gracias a todos aquellos amigos y amigas que se acercaron a dar el último adiós a la señora Flora . Quisiéramos, además, hacer un agradecimiento muy especial, a todo el personal del hospital San Pedro de Alcántara, que se ocupó de ella durante su larga enfermedad, y que la trató con tanto cariño (médicos, enfermeras, auxiliares, personal de mantenimiento, etcétera). A todos ellos, ¡Muchas gracias!

Antonio E. Moreno Miranda