Lo eran todo y ya no son nada. Eran imprescindibles y ya no los necesitan. "No os presentéis". Ya está, son historia. Raúl y Guti levantaron pasiones y ahora les dicen que no hace falta que vuelvan. No les cae por sorpresa, era algo que imaginaban. Hace tiempo que dejaron de ser las estrellas del equipo, relegados como sesentones a realizar tareas sin importancia en un rincón de la empresa. Es ley de vida. Cuando somos mayores, a casa o al rincón pero no por sabido debe de ser menos doloroso. En el fútbol el choque es aún peor. Han sido ídolos de masas, sus hazañas se han celebrado, las cámaras les han perseguido, y cuando aún son jóvenes y sienten el orgullo intacto, ven que sus luminarias se apagan.

Me llegan opiniones de total desapego hacia la situación de estos jugadores: les pasó antes a otros; ya me gustaría firmar los mismos finiquitos que les están preparando a ellos; retiro dorado, al final les buscarán algo, mira Butragueño . Yo lo veo de otro modo. Eran y ya no son; indiscutibles titulares que hace tiempo chupan banquillo. No se trata de lo que se lleven cuando estampen su firma en la extinción del contrato, me refiero a lo efímero del triunfo y a la rapidez con la que les llega al ocaso.

Pienso en Raúl. El talismán blanco, el símbolo del club, que no tiene que molestarse en volver. Debe de ser difícil, en tan pocos años, el paso de la ascensión al declive, del centro al rincón de la sala de trabajo. Yo también me acerco a ese momento y quizás por eso soy más sensible a estas situaciones. No he sido talismán ni estrella, ni firmaré si llega el caso ningún finiquito supermillonario, pero será doloroso si me dicen que ya no cuentan conmigo, que no hace falta que vuelva. Cierto que les ha pasado y les está pasando a otros, pero no por repetido deja de ser menos punzante.