Por primera vez en nueve meses, Robert Blake (en la foto, al entrar a la sala de juicios) la pasó la noche de ayer en su casa. La libertad bajo fianza de 1,4 millones de euros (233 millones de pesetas) --pese a estar limitada porque el actor no puede salir de la residencia y debe llevar un sistema de seguimiento electrónico-- fue la única buena noticia que recibió el jueves el protagonista de Baretta en la última sesión de la vista preliminar en la que un juez decidió que hay motivos para que sea juzgado por el asesinato de su mujer, Bonny Lee Bakley.

Envejecido y delgadísimo, obviamente afectado por los 11 meses de prisión, Blake recibió la noticia con lágrimas. No hay testigos presenciales, pruebas directas que le vinculen con el crimen ni el arma ni mucho menos confesión, pero el paso por el estrado durante los últimos nueve días de 20 testigos de la acusación ha convencido al juez Lloyd Nash de que el intérprete de A sangre fría "tuvo el tiempo, la oportunidad y el motivo para cometer los disparos (...) Es obvio que la relación con la víctima había sido muy hostil por parte de Blake", añadió el magistrado.

Han sido claves para que el juez alcance esta conclusión los testimonios de dos especialistas que trabajaron con el actor. Estos declararon que les intentó contratar para asesinar a Bakley cuando ésta se quedó embarazada. La fecha del juicio se fijará a lo largo de este mes.