La música de Los Niños de los Ojos Rojos (NOR) traspasa fronteras. La banda extremeña de fusión recibió el aplauso del público bosnio durante un festival internacional celebrado en agosto pasado en la ciudad de Tuzla (131.000 habitantes), situada al noroeste del país en una de las zonas heridas por la Guerra de los Balcanes en los 90.

Pero no fue un simple viaje para este grupo de nueve músicos, con técnico incluido. A Jasmin Mesic, guitarra eléctrica en los NOR, se le revolvió el corazón. Residente en Cáceres desde hace media vida --ahora tiene 28 años y llegó con 14 acogido por una familia cacereña--, sus padres y amigos siguen viviendo en Tuzla. Todavía recuerda que su abuela fue víctima de la guerra con 92 años. "Aquello fue un genocidio en pleno siglo XXI", denuncia este joven bosnio.

Con el tercer disco a punto de salir a la calle en otoño, la banda extremeña logró conectar con el público en los dos conciertos que ofreció en Tuzla, con cerca de 5.000 espectadores entre ambos. El segundo, que sirvió de clausura, duró tres horas.

Y es que los NOR han hecho suyos los ritmos de los Balcanes incorporándolos a su repertorio, pero fusionándolos con instrumentos como la guitarra clásica. "Es música tradicional que ellos conocen. Pero los bosnios flipaban con la fusión que le metíamos nosotros", explica Mesic, al contrario de lo que ocurre en España donde las canciones del país balcánico sí son menos conocidas por el público.

Los Niños de los Ojos Rojos no fueron los únicos en pisar el escenario bosnio. Junto a ellos participaron también otros músicos holandeses o de Burkina Faso en este festival que incluyó teatro y danza. Con los gastos pagados y renunciando a otras actuaciones que les hubieran reportado mayores ingresos, el viaje a Bosnia ha quedado en la memoria de los NOR, con más de un día de viaje tanto en la ida como en la vuelta. Tuvieron que hacer escala en Praga para volar Zagreb y, desde allí, recorrer 500 kilómetros en carretera hasta llegar a Tuzla, además de algún percance con la furgoneta en territorio serbio no recomendable y a altas horas de la madrugada cuando regresaban al aeropuerto.

A Oscar Trigoso, otro de los músicos de la expedición, le sorprendió la hospitalidad de los bosnios. No es que esperara lo contrario, pero todavía recuerda que "el recibimiento fue increíble por parte de la familia de Jasmin y sus amigos". No olvida tampoco al público que, dice, les trató "como a estrellas". Su postal de Tuzla es la de una ciudad con clima tropical en verano y en la que la reconstrucción empieza a ser visible, aunque con las marcas de "balazos" que quedan en algunos edificios.

La intermediación de la madre de Jasmin, concejala en el Ayuntamiento de Tuzla, fue clave para que pudieran viajar. Los NOR hicieron luego de su música la mejor embajada.