Los escándalos sexuales se cobraron ayer la mitra del cardenal escocés Keith O'Brien, el más importante representante de la Iglesia católica en el Reino Unido. El papa Benedicto XVI en persona destituyó con carácter inmediato al arzobispo de Saint Andrews y Edimburgo, acusado por tres sacerdotes y un antiguo miembro del clero de "comportamiento inapropiado" en la década de los 80. Debía jubilarse al cumplir los 75 años, el 17 de marzo, pero el Pontífice no ha querido esperar. Tras su marcha precipitada, O'Brien anunció que no asistirá al cónclave para elegir al nuevo Papa, en el que no habrá ningún representante eclesiástico del Reino Unido.

"El Santo Padre ha decidido que mi renuncia tenga efecto a día de hoy", señalaba el cardenal en un comunicado. "Agradezco al papa Benedicto XVI su cariño y cortesía, y en mi nombre y en el del pueblo de Escocia, le deseo un largo y feliz retiro. También pido la bendición de Dios para mis hermanos cardenales que van a reunirse pronto en Roma para elegir su sucesor. No voy a estar con ellos en ese cónclave en persona. No deseo que la atención de los medios de comunicación en Roma esté puesta en mí en lugar de en el papa Benedicto XVI y en su sucesor", proseguía la nota. O'Brien pedía asimismo perdón a quienes hubiera podido "ofender" a lo largo de su ministerio.

La destitución inmediata evita que este nuevo caso de acoso sexual reciba mayor publicidad de la que el Vaticano desea, cuando está a punto de concluir un papado marcado por incontables escándalos sexuales protagonizados por la Iglesia y rematado por el informe que, según la prensa italiana, refleja un panorama de sexo y corrupción en la curia. La renuncia a acudir al cónclave evita otra campaña de presión como las que afectan al cardenal estadounidense Mahony, el irlandés Brady y el belga Danneels, acusados de encubrir casos de pederastia, para que hagan lo mismo. Aunque, por otra parte, crea un precedente.

Los cuatro denunciantes, cuyas identidades no han sido dadas a conocer, presentaron sus alegaciones al nuncio (embajador) vaticano en el Reino Unido, Antonio Mennini. Las presuntas víctimas, según reveló el domingo el dominical The Observer , pertenecen a la archidiócesis de Saint Andrews y Edimburgo y la pasada semana pidieron la renuncia de O'Brien para evitar que pudiera participar en la elección del nuevo papa.

LAS RAZONES Uno dejó el sacerdocio en 1985, cuando O'Brienn fue nombrado obispo, lo que le obligaba a someterse a su autoridad. O'Brien supuestamente le había abordado durante las oraciones nocturnas cuando estaba en el seminario. Las denuncias de los tres restantes son similares. La diócesis será regida temporalmente por un administrador apostólico hasta que sea designado un nuevo arzobispo.

El deshonroso final de la carrera del cardenal, nacido en Irlanda del Norte, resulta aún más chocante en un hombre que ha condenado la homosexualidad como "inmoral" y ha sido un crítico intransigente del matrimonio entre personas del mismo sexo, algo a su juicio "nocivo para el bienestar físico, mental y espiritual" de esas personas y "una grotesca subversión de los derechos humanos". El ministro principal de Escocia, Alex Salmond, que en su día condenó la intolerancia del prelado en lo que respecta a la igualdad de derechos de los gais, advirtió ayer que "sería un gran pena si una vida de trabajo positivo se perdiera dadas las circunstancias de su renuncia".

"Ninguno de nosotros sabe el resultado de la investigación de las denuncias contra él, pero me parece un buen hombre para su iglesia y su país", señaló Salmond.

Menos conciliadora se mostró la conocida organización en defensa de los derechos de los homosexuales Stonewall, que en el 2012 había nombrado al cardenal Fanático del Año. Su director, Colin Macfarlane, pidió ayer una investigación a fondo sobre las denuncias y dijo confiar en que el sucesor de O'Brien "muestre un poco más de caridad cristiana con los abiertamente gay".

O'Brien había denunciado también en términos muy duros el aborto --que comparó con una matanza de niños--, la eutanasia y la ley de embriología y fertilización humana, que calificó de "experimentos al estilo nazi". Hace unos días, sin embargo, en una entrevista con la BBC, sorprendió al hablar en favor del fin del celibato obligatorio y de permitir a los sacerdotes contraer matrimonio si así lo desean. "Me doy cuenta de que muchos curas han encontrado muy difícil gestionar el celibato", afirmó. A él, sin embargo, nunca se le pasó por la cabeza la idea de casarse, según dijo, porque siempre estuvo "demasiado ocupado".