Marina Mora Montero, elegida primera dama de Miss Mundo, ha confesado haberse sometido a diez operaciones de cirujía estética. La joven, de 21 años, y natural de la localidad peruana de Guadalupe, se metió en el quirófano para que le hicieran varias liposucciones, a saber: en la papada, en la espalda, en los muslos, en las caderas y en el vientre. También se sometió a un aumento de pecho y a sendas correcciones de su nariz y oreja izquierda.

A pesar de tantos esfuerzos y gasto, Marina no consiguió ganar el concurso, ya que el jurado optó por darle la corona de Miss Mundo a la turca Azra Akín, lo concursante más cercana al mundo musulmán que la organización encontró entre las candidatas y con la que se pretendía tapar el despropósito de Nigeria. Los convocantes de Miss Mundo han actuado como en su día hizo Luis María Anson, a la sazón presidente del jurado de Miss España que se empeñó en elegir como ganadora a Inés Sainz, Miss País Vasco y una de las concursantes menos agraciadas, por el puro placer de ver sobre el pecho de la joven la banda con el nombre de España por encima de la otra, en la que estaba escrito el nombre de su comunidad.

Luis María Anson llevó la política al concurso, como ahora los de Miss Mundo han llevado el concurso a la política. La tontería de un concurso de belleza es eso, una tontería pero cuando se mezcla con la realidad de la vida y se intenta medir con cosas realmente importantes resulta grotesco y moralmente perverso. Marina Mora confiesa que se ha hecho diez operaciones de cirujía estética, pero a los concursos de belleza no los salvan ni mil operaciones de cirujía ética.