La Comisión de Sequía del Ebro acordó hoy reducir la evacuación de caudales de los embalses, intensificar la vigilancia para evitar las detracciones de agua y los vertidos de las grandes industrias, entre otras medidas, ante la peor situación de los últimos años, aunque no peligra el abastecimiento de las grandes ciudades.

En la sede de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), la Comisión aprobó instar al Ministerio de Medio Ambiente que promulgue un decreto de medidas extraordinarias para afrontar esta sequía que afecta prácticamente a toda la cuenca, en la que no hay suficiente agua embalsada para afrontar la cosecha agrícola de verano. Entre otras medidas, se solicitará a los Ayuntamientos que planteen campañas dirigidas al ahorro de agua y de concienciación, para evitar los vertidos en los colectores de residuos domésticos e industriales que sean contaminantes.

Así lo afirmó el presidente de la CHE, José Luis Alonso, tras una reunión de la Comisión de Sequía, a la que asistieron representantes del Ministerio de Medio Ambiente, comunidades autónomas, usuarios, ecologistas, organizaciones empresariales y sindicales y entidades locales. En la reunión se analizó la situación de la cuenca, que desde el mes de mayo ha registrado precipitaciones de entre el 30 y el 60 por ciento por debajo de la media, lo que ha provocado una situación de sequía climática e hidráulica.

Los embalses del Ebro se sitúan en un 46,4 por ciento con 3.475 hectómetros cúbicos frente al 60,8 por ciento y los 4.504 hectómetros cúbicos del pasado año y la media de los últimos cinco años, en los que se incluyen ya dos de sequía. Según los indicadores de sequía, la situación es de emergencia prácticamente en todas las zonas no reguladas, al igual que en las reguladas por embalses, donde se observan números rojos en casi todo el mapa, indicó.

En ambos casos, afirmó, se está "en uno de los quince peores años de cada cien", dándose situaciones atípicas como el de que la cuenca del Najerilla, en La Rioja, esté en emergencia o que el embalse de Mequinenza, en Aragón, nunca haya estado tan bajo como este año. Sin embargo, el abastecimiento está garantizado en las grandes y medianas poblaciones (más de un año si continúan las lluvias al 50 por ciento), pero reconoció que puede haber desabastecimiento en pequeños núcleos que toman agua de acuíferos superficiales.

En la agricultura, hay el "agua justa" para garantizar los cultivos de invierno en la mayor parte de la cuenca, pero no hay agua embalsada para afrontar las cosechas de verano. Sobre los usos hidroeléctricos, señaló que las empresas han reducido la turbinación, produciendo en estos momentos el 40 por ciento de energía eléctrica de un año medio. Ante esta situación, se han adoptado prácticamente por unanimidad diez medidas, entre ellas instar al Gobierno central la aprobación de un Decreto que otorgue a la CHE poderes excepcionales, como modificar los derechos concesionales de agua de los particulares.

En segundo lugar, y con una abstención, se ha aprobado reducir la salida de agua de los embalses en las cuencas más afectadas para mantener los caudales medioambientales en verano. Esta reducción tendrá lugar en las cuencas del Aragón, en Yesa; del Gállego; del Segre, en Rialb; del Najerilla, y del Iregua, mientras que en el Delta del Ebro se mantendrán los caudales recogidos en el Plan Hidrológico Nacional intentando ajustarlo lo máximo posible al límite de 100 metros cúbicos por segundo.

También la CHE estudiará solicitar al Ministerio de Medio Ambiente la realización de algunas obras de emergencia para el abastecimiento de pequeños núcleos y solicitar a las comunidades de regantes que repartan el agua con criterios de "eficacia y equidad", y tengan en cuenta la subsistencia de la ganadería y los cultivos permanentes, como los leñosos.