Jean-Claude Mas, el fabricante de las prótesis mamarias defectuosas PIP, fue condenado ayer por la justicia francesa a cuatro años de prisión firme y una multa de 75.000 euros. Responsable de uno de los mayores fraudes sanitarios de los últimos tiempos, Mas, de 74 años, vendió sus implantes --rellenos de un gel industrial no homologado-- a 300.000 mujeres de 67 países. En España, 10.000 pacientes recibieron estas prótesis.

Las 5.000 víctimas que se personaron en el juicio por daños morales y físicos deberán ser indemnizadas con un máximo de 13.000 euros. Los abogados del fundador de la empresa Poly Implant Prothèse (PIP), al que la sentencia prohíbe ejercer cualquier profesión sanitaria o médica, anunciaron que apelarán la condena, de modo que por el momento no ingresará en prisión.

El Tribunal Correccional de Marsella, la ciudad del sudeste de Francia donde tenía su sede la empresa, condenó asimismo a otros cuatro empleados a penas de entre tres años y un año y medio de prisión exenta de cumplimiento. Todos ellos fueron considerados culpables de orquestar un dispositivo para engañar a las autoridades sanitarias.

A base de reventar precios, gracias al uso de un derivado de la silicona industrial 10 veces más barato que la utilizada por sus competidores, PIP se convirtió en el cuarto fabricante mundial del sector. El 84% de la producción iba al extranjero, especialmente a América Latina.

Sin embargo, el largo proceso no ha permitido establecer si los implantes PIP son nocivos para la salud, pese a que han provocado más problemas que las prótesis normales. El ANSM, el organismo francés que regula los productos de salud, ha contabilizado hasta 7.500 rupturas y 3.000 casos de efectos indeseados, principalmente "inflamaciones". Mas empezó en 1991 a fabricar las prótesis, hasta su prohibición, en el 2010.