Los 46 países participantes en la reunión de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT, en sus siglas en inglés), reunidos en Marraquech (Marruecos), afrontan hoy el último día de sesiones manteniendo fuertes divergencias en torno a los puntos esenciales de la cumbre: el control de las pesquerías y el total admisible de capturas. La reunión, que se inició el pasado lunes, está considerada por la Unión Europea (UE) como "la última oportunidad" para conseguir introducir restricciones en la pesca del atún rojo, una especie que se halla en situación crítica.

Pese a la importancia del propósito, las reuniones mantenidas hasta ayer han resultado frustrantes por la falta de acuerdo. "Hay que llegar a una solución, ya. No podemos prorrogarlo más", señaló el director general español de Recursos Pesqueros, Fernando Curcio.

España aboga por recortar la actividad pesquera durante el mes de mayo, revisar las derogaciones de talla mínima, suprimir algunas granjas del Mediterráneo "sobredimensionadas" y aumentar las medidas de control.

Sin embargo, la propuesta española resulta completamente insuficiente a los ojos de grupos ecologistas como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y Greenpeace, que defienden que "lo único que puede salvar la población de atún rojo es el cierre de la pesquería de cerco industrial de mayo a julio".