Apremiada por la necesidad de terminar la construcción de la estación espacial internacional, antes de que se jubile a la flota de transbordadores espaciales en el 2010, la NASA ha decidido lanzar al Discovery a un nuevo viaje el próximo 1 de julio, a pesar de la oposición de los responsables de seguridad e ingeniería de la agencia espacial estadounidense.

Esos sectores reticentes aducen que todavía no se han efectuado suficientes mejoras en el tanque externo de combustible de la nave, para asegurar que el material aislante con que se protege durante el lanzamiento no se congelará y desprenderá, con el peligro de que los pedazos sueltos choquen contra el transbordador y lo dañen. Eso fue lo que sucedió en 2003, cuando una de las alas del Columbia fue alcanzada por estos proyectiles congelados. El daño que causaron desencadenó el siniestro del transbordador durante su intento de aterrizaje, y llevó a la muerte a sus siete tripulantes.

El pasado julio, el Discovery sufrió un problema similar. Aunque se libró del impacto de los pedazos de aislante congelados, la NASA decidió suspender todos los vuelos del transbordador para solventar el problema, algo que aún no se puede garantizar, opinaron la Oficina de Seguridad de Misiones y la Oficina del Ingeniero Jefe de la NASA.

No obstante, el administrador de la Agencia, Michael Griffin, decidió ir adelante con la nueva misión. "Ya no estamos en la situación en que estábamos con el Columbia ", explicó el pasado sábado. "Si vamos a volar tenemos que aceptar algunos riesgos de programación", añadió. Griffin matizó que la NASA no acepta riesgos.