La futura red de satélites Galileo, la alternativa europea al programa estadounidense GPS, prosigue su desarrollo con movimientos erráticos. Tal como estaba previsto, este año se lanzarán los dos primeros ingenios de validación y en el 2015 se habrá desplegado la primera configuración operativa, formada por un total de 18 satélites, pero ya es definitivo que los conductores europeos deberán esperar al menos nueve años para disponer en sus vehículos de un sistema de navegación diseñado y controlado en Europa. Los 27 satélites necesarios no estarán a tiempo.

La Comisión Europea (CE) acaba de informar de que es necesario aumentar en 1.900 millones de euros el presupuesto de Galileo porque los costes iniciales se han disparado, fundamentalmente por el encarecimiento del precio de los lanzamientos. Si la propuesta de la CE sale adelante, Galileo pasaría a costar 7.000 millones de euros. ¿Mucho? Es similar a lo que cuestan 300 kilómetros de autopista.

El sobrecoste no supondrá un abandono de un proyecto tan encauzado, ni mucho menos, pero sí retrasará la puesta a punto definitiva hasta al menos el 2020, seis años más tarde de lo previsto, según asume la propia CE. La razón es que las arcas comunitarias, maltrechas por la crisis, no dispondrán de la liquidez necesaria hasta el 2014, y los estados miembros tampoco parecen dispuestos a hacer un esfuerzo suplementario.

La UE es optimista

El Gobierno de la UE, no obstante, sigue mostrándose optimista y recuerda que la inversión se verá muy superada por los beneficios. "Se lograrán hasta 90.000 millones de euros de ahorro gracias a los servicios que ofrecerá Galileo", asegura Antonio Tajani, el comisario de Industria, aunque advierte de que cada año de retraso supondrá una reducción de los beneficios previstos de entre el 10% y el 15%. Galileo ya tuvo que ser rediseñado financieramente en el 2007 porque las empresas adjudicatarias consideraron que había un riesgo excesivo y abandonaron el proyecto. El sector público tomó el mando.

Según la CE, si no se aumenta el presupuesto solo se podrá crear una red de 18 satélites con una precisión muy inferior a la del veterano GPS. No bastaría, por ejemplo, ni para dirigir los coches por una carretera. En cambio, con los 1.900 millones adicionales se podrá llegar a los 27 satélites previstos inicialmente, más 3 de repuesto, y obtener así una precisión de 70 centímetros, algo esencial para las telecomunicaciones y el transporte, entre otros sectores.

La tecnología básica usada en los satélites GPS actuales fue desarrollada principalmente en los años 70 y 80, y ha cambiado poco. "El diseño de Galileo es tecnológicamente más avanzado que la mayor parte de los GPS en órbita y tan bueno como los satélites GPS que se enviarán en el futuro próximo", afirma Dagoberto Salazar, profesor de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), en el Campus Aeroespacial de Castelldefels. No hay riesgo de que el programa se quede anticuado antes de inaugurarse.

El problema es otro: "Si se retrasa demasiado, aparecerán otros sistemas competidores y entonces su impacto será reducido", añade Salazar. "Las compañías que fabrican los receptores, los aparatos que utilizamos los usuarios, los construyen para que funcionen con los sistemas que están operativos --insiste el investigador de la UPC--. Si los sistemas ruso (Glonass), chino (Compass) y el GPS modernizado están operativos mucho antes, es posible que los fabricantes de receptores decidan no trabajar con el sistema europeo porque con los satélites disponibles ya será suficiente para lo que necesitan".

Si es así, los rivales habrán ganado un sector muy apetitoso. El mercado global de aplicaciones de la navegación por satélite alcanzará los 240.000 millones de euros en el 2020, según la previsión de la CE.