El nuevo bachillerato será más flexible, pero la posibilidad de no repetir y pasar a dar asignaturas de segundo curso con hasta cuatro suspensos de primero quedará más matizada. No se podrán elegir materias como Lengua o Matemáticas no superadas en el curso anterior, las notas carecerán de validez mientras no se aprueben todas las de primero y los menores de edad deberán contar con autorización paterna. Así lo recoge el decreto aprobado ayer por el Consejo de Ministros, que establece que el título de esta etapa educativa, que tiene una duración de dos años, solo se podrá obtener en un máximo de cuatro años, con todas las asignatura superadas.

El texto definitivo deja claro que, a partir del curso 2009-2010, cuando entrará en vigor la medida, se permitirá que quienes suspendan hasta un máximo de cuatro asignaturas (y hayan aprobado otras cinco) puedan elegir si prefieren repetir el curso académico o matricularse solo de las materias pendientes y completar el cupo con dos o tres asignaturas de segundo. Las comunidades autónomas deberán regular este régimen singular de escolarización, teniendo en cuenta que las materias que se cursen de segundo estarán restringidas.

Según el Ministerio de Educación y Ciencia (MEC), con esta reforma se pretende "estimular a los alumnos para que prosigan sus estudios", teniendo en cuenta que el bachillerato es una etapa no obligatoria y que el abandono educativo tras la Secundaria ronda en España el 30%, el doble de la media europea.

EXIGENCIA SIMILAR "No se está rebajando ningún nivel de exigencia", aseguró rotundo el secretario general de Educación, Alejandro Tiana. Se trata de "repetir las asignaturas suspensas y completar la matrícula con dos o tres materias de segundo. Solo se obtendrá el título de bachiller si se superan todas y cada una de las asignaturas", insistió Tiana.

El departamento que dirige Mercedes Cabrera ha querido dejar claro, tras la polémica desatada al aparecer los primeros borradores, las consultas a las comunidades autónomas y los informes del Consejo Escolar del Estado y del Consejo de Estado, que no se trata de una promoción "sino de una repetición especial", casi similar a la que rije en la enseñanza universitaria. También sostiene que no ha cambiado la concepción inicial sobre estas enseñanzas y que únicamente se han admitido algunas clarificaciones.

La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, recalcó que el texto definitivo "mejora las exigencias" y que la nueva medida es simplemente una una doble opción para los que serán, en cualquier caso, repetidores.

COMPLEJIDAD Desde una parte del profesorado se teme que esta medida añada una enorme complejidad a la ya complicada organización del bachillerato. "Rebaja aún más el nivel y no garantiza la preparación de los alumnos para la universidad", le achacó la Asociación Nacional del Profesorado Estatal (ANPE).

Ana Pastor, secretaria ejecutiva de Acción Social del PP, se sumó a las críticas y calificó el sistema de "poco exigente". La diputada conservadora anticipó que traerá problemas por los horarios y aseguró que los alumnos "verán deteriorada su preparación para acceder a al universidad, porque habrán olvidado lo estudiado en cuatro años".

Sin embargo, la Federación de Trabajadores de la Enseñanza de UGT y la confederación laica de padres denominada CEAPA apoyaron la nueva reforma sin reservas. "No rebaja el esfuerzo que tiene que hacer el alumno, ya que no hay un cambio en el currículo, pero tiene la ventaja de que permite flexibilizar la organización de las materias para que los que tengan dificultades puedan cursarlas en tres años en lugar de en dos", defendió su secretario general, Carlos López Cortiñas.

El dirigente sindical se mostró convencido de esta reforma contribuirá a disminuir el nivel de abandono escolar, pues facilitará que los alumnos no tengan que repetir las materias ya aprobadas y se favorecerá la obtención del título.