En Wukro, Etiopía, le llaman Abba Melaku (el Angel de Dios). Y no es para menos. Este misionero vasco se ocupa de 2.400 huérfanos, encabeza una escuela profesional, impulsa programas de reforestación y rehabilitación de torrentes, alivia a los enfermos de sida y a los ancianos. Pero Angel Olaran insiste en que no da tanto como recibe.

--Disculpe padre, pero eso de las misiones en Africa suena arcaico...

--¿Porque existen las oenegés? Trabajamos en sintonía, y en Africa, el hecho de que yo sea un sacerdote les parece un honor. Me atrevería a decir que un ateo etíope aún cree en Dios. Para ellos, el sentimiento de trascendencia es como el aire que respiran.

--El mismo que respira usted desde hace 40 años. ¿Por qué se fue?

--Recuerdo haber visto con mi madre la película ´La mies es mucha´, que narraba los infortunios de un misionero en la India. Algo quedó en el subconsciente... Más tarde, tras una experiencia íntima de Dios, intuí mi camino. Yo me veía misionero antes que sacerdote. Pero no quería ir como seglar y me ordené a los 33 años.

--Había vivido ya lo suyo.

--Había trabajado en un banco. Sin embargo, he estado 20 años en Tanzania y llevo 18 en Etiopía.

--Es más africano que el baobab.

--Celebro volver a Hernani, pero me siento como un extraño en la casa del padre. Los 3 meses que vengo al año están orientados hacia los huérfanos, la reforestación, la escuela.

--Cuando viene aquí, ¿qué le pone los pelos de punta?

--Esa idea que circula de ayudar a Africa, de ser generosos con Africa, de ser solidarios con Africa.

--¿Cómo? ¿No le parece bien?

--Podemos hablar de solidaridad cuando estamos en un plano de igualdad. Es imposible hablar de ayuda mientras yo me estoy enriqueciendo a costa de tu empobrecimiento. El sistema económico internacional roba al pobre para darle al rico. Es un Robin Hood a la inversa.

--Un ejemplo de ese robo.

--Aquí se subvenciona fuertemente a los campesinos, de modo que los productos que llegan a Africa son más baratos que los cultivados allí, donde los sueldos son irrisorios. ¡Estamos hablando de menos de un euro al mes! Si pagaran el comercio justo, Africa no necesitaría ayuda. Ellos no son ignorantes, ni incapaces, solo se enfrentan a un sistema muy agresivo.

--Debe ser fatigoso pelear allí y pelear aquí.

--Las actuaciones en las que estoy allí no me cansan, créame. Si trabajas con la sensación de que estás dando, te agotas. No pararías de pensar: "Vienen a sacarme", "No me dejan en paz", "Mira todo lo que he hecho por ellos". Eso te autodestruye. La idea capital es compartir.

--Cuénteme un día de los suyos.

--Tras la oración y el desayuno, a las 7.50 se abre la escuela profesional, donde enseñamos agricultura, mecánica, electricidad, bordado. Ofrecemos a algunos campesinos el crédito de una vaca preñada. Cuando la hija se queda preñada a su vez, pasa a otro campesino. Y así con las colmenas, con los árboles frutales...

--¿En esas calles la pobreza es hoy más pobre que hace 40 años?

--25.000 niños mueren cada día por mala alimentación. Imagine un grupo terrorista que dijera: ´Vamos a cargarnos a 25.000 niños, sin más´. ¡Inconcebible! Pero el sistema económico es tan asesino que hace que 25.000 niños mueran. Y eso para enriquecerse unos pocos.