A sus 72 años, Arturo Fernández es todavía un galán para el público de lo que a él le gusta llamar "alta comedia", pero es también, siempre en sus palabras, "un anciano" y, como tal, protagoniza Esmoquin II , haciendo humor desde la nostalgia, la misma que le lleva a ver la cartelera actual "cada vez peor".

La receta para triunfos como Esmoquin , función de la que estos días Arturo Fernández representa en el teatro Reina Victoria de Madrid una segunda parte -algo insólito en el teatro aunque no en el cine-, es sencilla: perseverancia y talento, según el actor y director de la comedia.

"Los éxitos no se dan así como así, hay que trabajarlos. La base es el autor. En el caso de ´Esmoquin II´, es Santiago Moncada, dramaturgo de muchísimos éxitos. El último autor de alta comedia que queda, esa comedia elegante, de diálogo y texto inteligentes..." explica.

"Luego", continúa, "los actores", un oficio que no se improvisa, porque "no existe un actor si no ha estado mucho tiempo en el teatro". Y después, "lo que quiera el público".

Son elementos que no se dan casi nunca en una cartelera que no le gusta a Arturo Fernández: "en Madrid es la de siempre, hay fracasos y éxitos".

"Pero cuando yo empezaba había unas cabezas de cartel de quitarse el sombrero, en todos los géneros. ¿Y qué ocurre ahora? Que no las hay. Una butaca vale cuatro mil quinientas pelas, y hablo en pesetas porque no me aclaro con los jodíos euros. Y no es tan fácil sacar al público de su casa", expresa.

Arturo Fernández está decepcionado ante actores que prometen pero luego desaparecen del teatro: "la gente -dice- quiere las cosas fáciles, el sacrificio no existe y no ven que para lograr algo hay que haber luchado muchísimo, haber pateado mucho escenario".

"Ahora la gente quiere adquirir las cosas rápidamente, sin esfuerzo, quieren un nombre y un físico en la televisión, pero claro, la televisión no te da unos cimientos. Y sin ellos, malo".

Por eso, "el teatro cada vez irá peor, si las cosas no cambian, y prueba de ello es que no hay más que monólogos. Eso se hacía siempre, pero en el cabaret. Para qué hablar de Gila o de Chicho Gordillo, que eran un deleite. Pero el teatro es otra historia, y la gente sabe distinguir, no se la engaña. Por eso posiblemente hay tantos fracasos. Se creen que con poner una cara de televisión vale, pero el público de teatro es gente cultivada".

Arturo reconoce su nostalgia por un sistema de valores que debe regresar, pero también reconoce que el paso del tiempo también influye lo suyo. Y de eso trata, precisamente, Esmoquin , aunque como a él le gusta, tratando con humor las cosas serias.

Arturo Fernández, que considera un privilegio trabajar junto a Paula Martel y Amparo Climent, se siente tremendamente compenetrado con Fabio León.

"Los dos tenemos setenta y tantos años y estamos muy cerca del público con sus enfermedades y sus hostias, con esas ganas de vivir, de conquistar a una chavala, que no logramos nunca".