Las temperaturas de hasta 30 en París y 36 en el departamento de Bouches-du-Rh´ne han vuelto a disparar las alarmas en Francia, donde el año pasado murieron 15.000 personas, en su mayoría ancianos, por golpes de calor. El Gobierno francés ha activado el tercer nivel del denominado Plan Canícula.

El primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, se reunió ayer en Matignon con los responsables de este dispositivo, elaborado tras el trágico agosto del 2003. Francia "está preparada" para afrontar una nueva canícula y evitar el "drama" del año pasado, aseguró tras la reunión el ministro delegado a las Personas Mayores. Añadió que la alta mortalidad del año pasado ha permitido una "movilización general".