Agotada la segunda edición y en puertas una tercera, La columna de la muerte (Crítica) ha afirmado un campo de investigación a partir del cual ya no hay vuelta atrás. Lo dice su autor, el historiador extremeño Francisco Espinosa, que ayer presentó este libro en Cáceres, un día después de firmar ejemplares en Badajoz.

No hay que reseñar, de momento, ninguna polémica. Este libro ofrece una versión ampliada y renovada de la guerra civil en la mitad occidental de la provincia de Badajoz entre agosto y septiembre de 1936, cuando se produjo el 80% de las muertes por represión de todo el conflicto en esa zona. Ello incluye las 700 muertes de la capital, sobre las que se construyó una leyenda que Espinosa cree ya desmontada después de sus últimas aportaciones: refuta la "heroica" toma de la ciudad a través de la puerta de Trinidad y califica de "desastrosa" la operación: las tropas de los golpistas ya habían entrado en Badajoz, cuando aún se combatía en esa zona.

MATANZAS

Espinosa afirma que se produjeron ejecuciones en la plaza de toros, en el cementerio, en cuarteles..., y la dimensión de aquello constata el principio de represión por el terror que se implantó en esos meses durante el avance del ejército por los 85 pueblos que el historiador ha estudiado. La matanza de Badajoz no pudo ocultarse porque hubo periodistas que se encargaron de difundirla (Mário Neves, Marcel Dany y René Brut) y cuando el ejército de Franco se dio cuenta desarrolló una operación de propaganda que no pudo desmontarse hasta los años 60.

Espinosa aporta el listado de víctimas con sus nombres y apellidos ("un tercio de la realidad"): 250 de derechas y cerca de 7.000 de izquierdas, que demuestra, que en la zona republicana, salvo excepciones, imperó "la legalidad, el control, la cordura" y en los pueblos tomados por los golpistas "una estrategia del terror".