«Parecía Chechenia después de la guerra». Con esta gráfica exageración describía el alcalde de Bellreguard, Àlex Ruiz, el estado en el que ‘Gloria’ dejó esta playa valenciana, que se ha convertido en uno de los puntos negros de los destrozos del temporal y también en imagen del debate sobre la primera línea de costa y sus infraestructuras después de que el regidor haya pedido una reflexión sobre su sostenibilidad antes de lanzarse a la enésima carrera para salvar la próxima campaña turística.

El panorama en este pequeño núcleo turístico situado a mitad camino entre el Cap de Creus y la Punta de Tarifa es desolador. Los escombros del paseo se han amontonado para proteger las partes que aún aguantan y en la poca arena que queda se mezcla mobiliario destrozado con los restos de unos chalets que ya se llevó por delante un temporal en los años 40. También entonces parecían intocables. Esqueletos de escaleras y de cornisas son la prueba de lo que ha avanzado el mar en estos años y de lo poco que se ha aprendido. Son el aviso ignorado y enterrado.

Con esas vergüenzas al aire, Ruiz en vez de exigir la reparación urgente para Semana Santa como han hecho todos los alcaldes y empresarios con la correspondiente promesa de las administraciones reclamó «sensatez» e incluso plantear la posibilidad «de revertir los paseos marítimos, de devolver a la naturaleza lo que es suyo y de no malgastar millonadas cíclicamente tragadas por el mar».

Calculan que la reparación total del paseo puede ascender a 580.000 euros. Sin contar los 30.000 metros cúbicos de arena que hacen falta para devolver a la playa su raquítica anchura de antes de Gloria. «Pero es que mantenerlo es un dineral constante», lamenta. El consistorio se gastó 175.000 euros hace unos meses para hacer accesible la playa y ahora ha pagado 60.000 por los trabajos de saneamiento urgente.

Males comunes

Esta playa familiar concentra los dos grandes males que azotan, juntos o por separado, a una costa regresión por la falta de alimentación natural de sedimentos de los ríos. Su paseo está construido donde antes había un cordón dunar y la franja de arena es cada vez más estrecha. En su caso, lo es por estar situada al sur de un puerto ampliado, el de Gandia, lo que le deja fuera del circuito de las corrientes que renuevan la arenaa. Ha perdido así sus dos grandes defensas, la anchura y la muralla final.

«Paseando por la comarca ves que la afección no es comparable entre aquellas playas que mantienen la protección dunar y las que no», comenta el alcalde. El mejor ejemplo es la cercana Oliva, que en su día resistió las presiones y realizó el paseo marítimo tras las dunas y no sobre ellas.

Pide Ruiz dar voz a los expertos. «Dicen que en España por cada aficionado hay un seleccionador y ahora parece que todos seamos geólogos o ingenieros. Hay que escucharles. Entiendo la urgencia de darle solución al problema pero hay que pensar a medio y largo plazo no en los cuatro años de legislatura. Yo lo que quiero es dejarle un futuro a mi hija», recalca.

Arena y desconstrucción

Los científicos lo tienen claro. «Las dunas de la playa seca nos protegen de los temporales, esa defensa natural, una anchura suficiente y diques exentos pueden aumentar el tiempo que la arena esté en playas», explica José Serra, catedrático de Costas de la Universitat Politècnica de València

Reconstruir las dunas es pues una solución «sencilla» pero que ya no se puede llevar a todas las playas. «Se necesita una anchura y un volumen de arena para mantenerla. Hay que amontonarla, poner vegetación y protegerla de las personas», resume. Habrá donde quepa detrás un paseo, que no es por sí mismo incompatible, y donde no.

Coincide el geólogo Joan Manuel Vilaplana, coordinador del grupo de estudio y análisis de riesgos naturales de la Universitat de Barcelona. «Pero para eso necesitas espacio y por ejemplo el 60% de la provincia de Barcelona está urbanizada», recuerda.

Por eso, apuesta en parte por la «deconstrucción». Consciente del revuelo que crea el concepto explica que «no es deshacer el litoral sino a partir de una estudio de puntos críticos considerar hacer cambios y en algún caso retirar alguna infraestructura». Habría que empezar «en sitios donde socialmente sea menos impactante». Luego tocaría regenerar «y mucha pedagogía».

Ambos coinciden en la necesidad de un plan adaptado a cada zona, «ya está bien de parchear para la siguiente campaña turística. Con el dinero gastado en parches podríamos ser mucho más eficaces», apunta Serra.