El concepto biopic no es nuevo en la obra de Clint Eastwood. Ya hizo una extraordinaria película biográfica sobre el jazzman Charlie Parker, Bird, y desmontó la mítica cinéfila sobre el rodaje hustoniano de La reina de África en Cazador blanco, corazón negro. Sully se añade a esta coherente galería de películas sobre personajes potentes o anónimos de la historia estadounidense (J. Edgar, sobre el gurú del FBI; El francotirador, sobre el marine que más iraquís mató en la guerra del Golfo; Jersey boys, en torno al grupo de doo-wop The Four Seasons; a los que cabe añadir Nelson Mandela y el rugby como ejercicio de conciliación en Invictus.

Sully es el apodo de Chesley Sullenberger, el piloto de aviación comercial que el 15 de enero del 2009, tras detectar serios problemas en su aeronave, amerizó en el neoyorquino río Hudson sin que se produjera ninguna víctima. Eastwood lo lleva a su terreno, al de Banderas de nuestros padres. ¿Cómo asume la opinión pública un acto heroico de esta magnitud?

Si en aquel filme bélico era la impostura de una fotografía triunfal, aquí es la duda sobre si Sully podía haber hecho algo menos arriesgado. Política y economía (la fuerza de la compañía aseguradora) y el modesto héroe anónimo en la picota. Un relato demoledor y de gran cautela expresiva.

Clint Eastwood sigue siendo para algunos un cineasta de derechas, pero la forma en que trata la historia reciente invalida esta reduccionista consideración. H

Sully

Clint Eastwood

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