A simple vista, Los Hijos del Cometa es una obra de teatro más, eso sí, escrita por Miguel Murillo y dirigida por Francisco Blanco. Pero si prestamos atención al elenco de actores, algo llama la atención. El menos observador sólo verá a un grupo de jóvenes de entre 16 y 31 años. Sin embargo hay algo que los hace distintos: son el más claro ejemplo de convivencia e integración porque los 19 componentes proceden de culturas tan dispares como la marroquí, brasileña, gitana, paya, ecuatoriana o argentina. Han demostrado que en 4 meses se puede hacer realidad la plena convivencia.

Forman parte de un proyecto que nació impulsado por la concejalía de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Don Benito. Una iniciativa para fomentar las relaciones sociales entre las diferentes culturas residentes en la localidad. Con una fecha concreta de caducidad. En principio. Porque al final, lo que iba a morir con una única representación el día Internacional contra el Racismo y la Xenofobia, se ha convertido en una gira durante este mes de junio por Extremadura. Mañana estarán en Mérida, el 6 en Zafra; el 21 en Plasencia; el 22 en Villanueva de la Serena; el 28 en Almendralejo y el 29 en Navalmoral de la Mata.

Manuel Pérez es Montoyita en Los hijos del cometa . Tiene 18 años, es gitano y de Don Benito. Para él ha sido su primera experiencia en el teatro y asegura que lo que más le cuesta es salir al escenario. Dice que se lleva bien con todos y no quiere oír hablar de racismo. Junto a él se sienta Irena Lingua. Es argentina y vino a España hace 4 años con sus padres y su hermano. Participa en la obra porque su familia la animó. En su caso afirma que hay conocidos que no entiende su participación en la obra. "Mucha gente me mira de otra manera y me pregunta cómo puedo juntarme con gente así, y no lo entiendo". Cree que hay mucho racismo y asegura que experiencias como ésta sirven para conocer otras culturas distintas porque "lo que se conoce es lo que se respeta".

Como a Irene, a Manoli Pardo también la impulsaron a participar, en su caso sus amigas. Es de Puebla y son sus padres -un gitano y una paya- quienes se encargan de traerla a los ensayos. La conclusión que saca de la experiencia es tajante: "Todos somos iguales. Se habla muy mal de los ecuatorianos o de los marroquíes, y es injusto. Nuestros compañeros son el ejemplo". Precisamente uno de ellos llegó de Marruecos hace un año. Es Nabil Asri, un periodista de 27 años. Gracias a la mímica y su chapurreo en español logra explicar que lleva años practicando teatro en su país. Que vino a trabajar en el Parlamento español y que se quedó con una prima en Don Benito. Con una ampliar sonrisa explica que "el teatro es bueno para el corazón"; tanto que ellos ya lo han abierto a Extremadura.