El Rey se hizo ayer un chequeo rutinario en Barcelona, pero no con la misma rutina de otras revisiones. Es esta ocasión, Juan Carlos no acudió a la clínica San José como en años anteriores y repartió su presencia entre la clínica Planas, especializada en cirugía estética y reparadora, y el nuevo Centro Internacional de Medicina Avanzada (CIMA), un equipamiento sanitario privado inaugurado recientemente en la ciudad condal que copia el modelo estadounidense para exploraciones médicas de carácter preventivo.

No hay mejor publicidad para ese tipo de clínicas que una presencia regia. Los partos de la infanta Cristina en la Tecknon aumentaron el número de embarazadas deseosas de parir en el mismo lugar que la duquesa de Palma, como sucedió en Madrid con la clínica Ruber Internacional, en donde la infanta Elena dio a luz a sus hijos Felipe y Victoria.

Ayer, por tanto, fue fiesta mayor en CIMA, adonde han ido a parar equipos médicos de otros centros barceloneses en los que el Rey había sido tratado en anteriores ocasiones. La plana mayor de la nueva clínica se desplazó hasta el centro para cumplimentar la revisión del Monarca, aunque éste hizo pocas concesiones a la galería, ya que una vez acabadas las pruebas salió en coche desde el párking del edificio, sin que se le pudiese fotografiar en el interior del edificio o junto a las personas que le esperaban en el hall para despedirse.

El equipo médico que atendió a Juan Carlos tampoco pudo lucirse, pues en esta ocasión fue un portavoz del palacio de la Zarzuela el encargado de explicar que no había nada especial que contar. Pura rutina a pesar de los cambios.