Buena parte de los escombros ya se retiró, hay menos calles cortadas y se ve un poco más de vida en ellas. Pero un mes después de ser sacudida por un fuerte terremoto, el pasado 11 de mayo, Lorca no solo no ha recuperado la normalidad, sino que física y anímicamente se encuentra peor que en las trágicas horas posteriores al seísmo. Porque cada día que pasa, los vecinos descubren el alcance más profundo de aquel temblor. Cada día son condenados al derribo varios bloques con decenas de viviendas a los que los técnicos han diagnosticado finalmente daños estructurales irreversibles.

Si el terremoto en sí se llevó abajo solo un edificio de apenas 12 años de antigüedad, en total podrían ser hasta 90 bloques los que no seguirán en pie. Sobre todo en el barrio de La Viña, con 5.000 habitantes, el más afectado de la ciudad, se producen desalojos masivos y derribos a diario. Operarios con plataformas elevadoras trabajan todo el día para ayudar a los vecinos a sacar sus enseres de los pisos.

Son vecinos que aún tienen suerte, ya que hay bloques con peligro inminente de derrumbe a los que está prohibido acceder. La principal avenida de la ciudad, la carretera de Granada, está cortada y vallada a lo largo de unos 200 metros donde la mayoría de los bloques de viviendas, casi todos de construcción bastante reciente --de menos de 15 años--, serán demolidos.

"EXTREMA DUREZA" "En cinco segundos, los lorquinos nos vimos sacudidos fuera de una normalidad a la que aspiramos a volver lo antes posible, aún sabiendo que volver a construir lo destruido va a durar años", dijo el jueves el alcalde reelecto, Francisco Jódar (PP), en el día de la Región de Murcia. Jódar admite que la situación "sigue siendo de extrema dureza, ya que hay muchos daños materiales".

De momento, unas 3.800 familias no han podido o querido regresar a sus casas. Muchas de ellas viven con familiares o en casas alquiladas en el campo cercano o en segundas residencias de localidades de playa como Aguilas. Pero 1.493 personas siguen viviendo y durmiendo en condiciones muy precarias en el campamento de acogida en La Torrecilla, en las afueras de Lorca. La mayoría son inmigrantes que no tienen recursos para encontrar un refugio temporal.

El ayuntamiento y la Comunidad de Murcia pretenden desmontar el campamento el próximo fin de semana, aunque se antoja difícil realojar a todos los afectados. Además, según estos, ellos deben buscar un piso de alquiler y solo una vez firmado el contrato pueden pedir la ayuda económica a la Administración.

El Consorcio de Compensación de Seguros ha recibido casi 22.000 comunicaciones de daños a viviendas, edificios públicos, patrimonio cultural y negocios. Los empresarios y comerciantes están, en muchos casos, doblemente afectados. Se han quedado sin piso y sin negocio.