"De alguna manera, ella hacía malabares para poder trabajar, estudiar, organizar la casa, hacer la compra, cocinar y coordinarse con la niñera". Niñera aparte, ¿qué madre con un trabajo remunerado no se ve reflejada en esta frase? Quien así describe a su progenitora es Carol Thatcher, hija de Margaret Thatcher, primera ministra del Reino Unido entre 1979 y 1990. La dama de hierro jamás permitió que su perfil doméstico influyera en su figura pública. Para ser respetada tenía que hacer lo mismo que un hombre. Pero, ¿qué hubiera ocurrido si no hubiera ocultado su faceta de madre?

Soraya Sáenz de Santamaría renunció a sus 16 semanas de baja por maternidad y, según una fuente del Partido Popular, "está compatibilizando la vida familiar y la laboral, como muchas madres". Combinar el cuidado de un bebé de pocos días con el traspaso de poderes del gobierno de un país es, por ayuda que se tenga, una tarea hercúlea que va más allá de la imaginación de quien no ha pasado por ello. Por muchas gestiones que puedan hacerse desde casa por internet, las nuevas emociones y la angustia que siente una madre primeriza no se pueden expresar por correo electrónico. Si se insiste un poco más, la misma fuente del PP admite:"El esfuerzo es bestial". Pero que no se note.

El precio del poder

El hijo de Soraya Sáenz de Santamaría e Iván Rosa nació el 11 de noviembre con 2,4 kilos --"Iván es pequeñito, pero se encuentra fuerte y sano", escribió la madre en Twitter--. La número dos del PP lo amamanta y el padre cogió 13 días de baja por paternidad. Un diario nada afín al PP publicó que Soraya había contratado una salus --una versión moderna de la antigua nodriza-- para no tener que levantarse por las noches. "Eso no es cierto", aseguran desde el PP. Se supone que la madre, como experta jurídica que es, estará analizando estos días la ley Sinde con lupa sin haber pegado ojo.

Soraya y, antes que ella, Carme Chacón (que volvió al frente del ministerio de Defensa a las seis semanas de parir y compartió la baja con su marido) son ejemplos de mujeres que han adaptado su maternidad para poder continuar en el poder. Montserrat Rivero, madre, abuela, directora general científica del Grupo Ordesa y una de las primeras mujeres que entró en un consejo de dirección en España, les lleva 40 años de ventaja. ¿Cómo analiza su experiencia con la perspectiva del tiempo? "Cuando nació mi primer hijo yo tenía 23 años y era responsable de la dirección técnica de un laboratorio farmacéutico --explica--. En mi sector, la maternidad estaba mal vista, tenías que actuar como un hombre y me pareció que me tenía que reincorporar enseguida. Lo hice a los 15 días y, aunque tenía una persona en casa que me ayudaba, mi mente estaba con el bebé. Actuaba bajo esa responsabilidad que nos autoimponemos las mujeres y que siempre tenemos que demostrar. Luego la vida te enseña que en el trabajo eres necesaria, pero no imprescindible".

Según la revista Fortune , de los 500 altos directivos de corporaciones norteamericanas solo un 3% son mujeres. "El papel de la mujer en la perpetuación de la especie no es suficiente para explicar la inmensa diferencia entre mujeres y hombres en la cima de las grandes empresas", se afirma en un reciente informe sobre mujer y trabajo de la revista The Economist . Ser madre, pues, no es lo que impide ejercer el poder.

"El sentido de los valores de una mujer es indiscutiblemente distinto del de un hombre --escribía Virgina Woolf en su libro Tres guineas , allá por 1938--. Por tanto, una mujer está en desventaja y bajo sospecha cuando compite en una esfera de actividad creada por el hombre. Más que nunca, hoy en día las mujeres tienen la oportunidad de construir un mundo nuevo y mejor, pero en su imitación servil de los hombres es donde pierden su oportunidad".

Está claro que los ritmos laborales influyen en la maternidad y, en el caso de la alta política y las finanzas (el poder, vaya), casi parecen determinarla. Pero, ¿y al revés? ¿Pueden la experiencia y los valores de la maternidad influir en la manera de ejercer el poder o de gestionar una crisis como la actual?

El nuevo hombre

Madeleine Albright, exsecretaria de Estado con Bill Clinton y madre de tres hijas, ha explicado que sí, que apaciguar trifulcas infantiles le sirvió para mediar en conflictos diplomáticos. Albright también fulmina el mito de que las mujeres nacen sabiendo hacer varias cosas a la vez: "El multitasking es una habilidad que desarrollas cuando tienes que vigilar con un ojo al niño mientras hablas con el fontanero y, a la vez, piensas en otro problema".

Soraya Sáenz de Santamaría ha renunciado a su baja por maternidad en circunstancias excepcionales, pero el padre del niño sí se acogió a una limitadísima baja por paternidad de 13 días. "El primer ministro ha estado ocupado toda la noche en asuntos domésticos agotadores", se anunció en la Cámara de los Comunes cuando Tony Blair se ausentó de una sesión parlamentaria tras el nacimiento de su cuarto hijo. El anuncio fue saludado con risas entre los parlamentarios. ¿Por qué da risa hablar de asuntos domésticos en los círculos de poder?

La conciliación "solo es posible si los valores de las mujeres entran en el espacio público y los de los hombres en el espacio privado, pero siempre, y esto es muy importante, que esto no vaya en contra del deseo de la mujer ni de las necesidades del bebé", dice Miquel Angel Alabart. Psicopedagogo y orientador familiar, Alabart dirige la revista Vivir en familia y en su último número firma el editorial Hombres en la crianza .

La reflexión

¿Cómo sería una sociedad del futuro en la que todos los hombres estuvieran comprometidos con la crianza? "Una cosa es la utopía y otra cosa es lo que vaya a suceder--opina Alabart--. Yo espero que esto influya en que la sociedad se vuelva más cuidadora, que la ética del cuidado de los pequeños y los ancianos ocupe un papel central".

Las mujeres llevan siglos conciliando la vida familiar y laboral. En 1926, Brangulí captó la imagen de varias mujeres de un taller textil de Barcelona que se afanan sobre sus máquinas de coser mientras sus bebés duermen en cunas dispuestas a su lado. "Ahora toca dignificar la conciliación --continúa Alabart--. Dedicarse a la crianza debería estar tan valorado como ser ministra. Pero las mujeres están sometidas a muchas presiones y no sé hasta qué punto se les permite elegir libremente". Por cierto, la frase del libro de Virgina Woolf no es suya. Es una cita. De un hombre.