¿Cinco segundos? "Menos"; ¿cuatro? "no, menos"; ¿tres? "sí, aunque aún me parece mucho tiempo", explica Antonio Belvis, un cacereño de 36 años que acaba de proclamarse campeón de España de doble trap, una de las modalidades de tiro al plato. El secreto de su éxito, la velocidad. Bueno, también la puntería. Desde que Antonio da la orden para que lancen los platos --que no es "¡plato!", como se piensa comúnmente, sino un simple "a" u "o"-- hasta que los convierte en polvo, apenas transcurren tres segundos. En ese intervalo, dos disparos separados por milésimas de segundo y dos objetivos, sin posibilidad de error.

Antonio ya ha cumplido dos de sus sueños, ser campeón de España y colocarse en los más alto del ranking nacional de doble trap --"llevaba cuatro años luchando para conseguirlo y cuando lo logré no pude reprimir un grito de euforia"--. Ahora está luchando por el tercero, que es formar parte del equipo nacional en las Olimpiadas de Londres 2012. Para ello, antes debe participar en alguna prueba internacional y ahora mismo está esperando la llamada del seleccionador. "A pesar de ser el primero del ranking y campeón de España, no estoy seguro de que me vaya a llamar", dice con resignación.

La primera vez que Antonio disparó a un plato tenía 12 años. Fue en una de las múltiples tiradas a las que acompañó a su padre de niño. Fue solo una vez y hasta los 18 no volvió a hacerlo. Fue algo muy parecido, una prueba, alguien que te invita a tirar a un plato. Los estudios volvieron a separarle entonces del tiro al plato hasta los 27 años. "Fue cuando tuve un trabajo fijo, cuando pude costearme solo todos los gastos, cuando empecé a tirar habitualmente. Me di cuenta que no era malo", relata.

Las tiradas regionales se le quedaron pequeñas --"aquí la velocidad con la que salen los platos es menor que en otras regiones"-- y decidió dar el salto. Probó y le fue bien, muy bien. En su segunda participación fuera de Extremadura, ganó. Fue en Toledo. Entonces tiraba en la modalidad de foso olímpico (un plato, dos disparos), donde llegó a situarse en la tercera posición del ranking. Fue hace un año cuando decidió cambiar y centrarse al cien por cien en el doble trap con el objetivo de llegar algún día a unas Olimpiadas. Sabía que la velocidad de disparo era la clave y se entrenó a fondo. "Nunca me había preparado tanto como lo hice para el campeonato de Zafra", donde subió a lo más alto del podio nacional, explica Antonio, que cuenta que nada más empezar la final, en la que se enfrentaba al entonces número uno, supo que iba a ganar. "Escuché su cadencia de disparo, me quedé sorprendido y le dije a mi padre que la victoria no se me podía escapar", explica.

Ahora espera la llamada del seleccionador, la que le permita demostrar su puntería, su concentración y velocidad fuera de nuestras fronteras.